Un estudio del Cinvestav analiza por primera vez los efectos tóxicos de los contaminantes en los peces del Golfo de México.— El CIGoM

Un estudio innovador enmarcado en el megaproyecto CIGoM (Consorcio de Investigación del Golfo de México) ha encontrado que peces machos se están “feminizando” por efectos de desechos químicos que alteran su sistema hormonal y les provocan características propias de las hembras, lo que está provocando un desequilibrio en las poblaciones.

El equipo del Cinvestav Mérida que encabeza el doctor Carlos Puch Hau también ha detectado peces con cáncer, enfermedades del riñón y males hepáticos en la investigación, pionera en México, que detecta por primera vez los niveles de contaminantes —hidrocarburos, metales, plaguicidas, agroquímicos, detergentes, fármacos— y sus consecuencias en la vida y la salud de los organismos del Golfo.

El Dr. Carlos Puch Hau encabeza la investigación sobre el efecto de los contaminantes en los peces del Golfo

“Uno de los primeros aspectos que evaluamos es lo que se llama respuesta a nivel epigenético, que es una reacción molecular que regula las respuestas a las afectaciones ambientales”, señala el Dr. Puch Hau.

Cuando es expuesto a un agente contaminante, el pez genera una respuesta a nivel ADN para poder sobrevivir, pero ésta no puede ser desordenada, tiene que haber algo que la vaya regulando, que evite que se descontrole y cause daño, añade. Esta modificación genética puede heredarse a la siguiente generación y a la siguiente, logrando que esa especie sea cada vez más resistente.

Objetos de estudio

Los investigadores trabajan con peces de varias especies y de diferentes fondos: planos o bentónicos (como el San Pedro); arrecifales (chac-chi); de la columna de agua (corvina) y con algunos de aguas profundas y ultraprofundas, esto es, que habitan por debajo de los 1,500 metros y que nunca salen a la superficie, por lo que son poco conocidos.

Para capturarlos se usan algunas artes de pesca: para aguas profundas el trineo, una estructura metálica muy fuerte que se arroja al mar y es arrastrada cuando toca fondo, y para aguas someras redes camaroneras tradicionales.

En el laboratorio se les extraen algunos órganos para su análisis, como el hígado, encargado de biotransformar los contaminantes y eliminarlos mediante la orina y la bilis.

Con el hígado se hacen los ensayos de toxicología y se evalúan tanto los niveles epigenéticos —para saber si el pez estuvo expuesto a algún contaminante— como algunos biomarcadores de exposición. “Así como los biomarcadores cancerígenos indican la presencia de la enfermedad o la propensión a padecerla, estas sustancias nos indican si los peces se han expuesto a contaminantes e incluso si están sufriendo ya los efectos”.

Feminización

Entre esos indicadores está el marcador de la vitelogenina, un gen que forma parte del vitelo —“la clara del huevo de los peces”— y que por tanto solo se encuentra en hembras. Cuando aparece en los machos señala que hay un proceso de “cambio de sexo”.

“Los machos comienzan a producirlo porque se exponen a residuos de compuestos —detergentes, plaguicidas, fármacos, anticonceptivos— que tienen una estructura similar a la de los estrógenos”, indica. “Al identificarlo como una hormona femenina, el pez empieza a producir vitelogenina y se feminiza, cae la fertilidad, se altera la reproducción y la población entra en desequilibrio”.

Este tipo de estudios se había hecho en otras partes, pero no en México. El Dr. Puch Hau recalca que incluso el Laboratorio de Biotecnología y Toxicología Molecular del Cinvestav Mérida es de los pocos en el país que trabajan de manera integrada, o sea, no solo analizan la presencia del contaminante, sino también sus efectos en los organismos.

Los experimentos han confirmado que los peces del Golfo de México comienzan a desarrollar cada vez más enfermedades y trastornos vinculados a la exposición creciente a contaminantes, como problemas con los riñones, tumores, patologías hepáticas y cáncer.

Hay altos niveles de cadmio y cobre, que afectan los riñones, y de agentes químicos asociados con efectos cancerígenos. “De hecho, uno de los hidrocarburos más tóxicos a los que nos exponemos constantemente es el benzopireno, un compuesto altamente cancerígeno que se desprende en la quema de combustibles y en las carnes asadas. Todo lo que lleve un proceso de cocción produce benzopireno”.

A los peces les llega esta sustancia de la quema de combustible en las plataformas, derrames accidentales, emisiones naturales y del aceite y la gasolina de las embarcaciones.

Adaptación

Un hallazgo interesante es que varias especies se han adaptado a los sitios altamente contaminados. “No significa que sea el ambiente idóneo, pero les gusta vivir allí, sus organismos se han adecuado”, dice.

El Dr. Puch relativiza el hecho de que muchos peces expuestos a contaminantes son consumidos por el ser humano, al señalar que tendría que haber altísimas concentraciones de las sustancias tóxicas en el pescado. “De hecho, es difícil establecer con exactitud qué cantidades de las sustancias representan un peligro objetivo para el ser humano”, señala. “Incluso si el pez está enfermo de cáncer no pasa nada, siempre y cuando sea sometido a un adecuado proceso de cocción”.

Cabal salud

El estudio que lidera el Dr. Puch se enmarca en dos de las cinco líneas de investigación en que se direcciona el megaproyecto del CIGoM “Plataformas de observación oceanográfica, línea base, modelos de simulación y escenarios de la capacidad natural de respuesta ante derrames de gran escala en el Golfo de México” que, como hemos informado, comenzó hace casi cinco años y concluirá dentro de unos meses.

Al respecto, cuenta el investigador que en un estudio que está en proceso de evaluación para publicarse en una prestigiosa revista internacional se establece la línea de base ambiental de la población de peces en el Golfo. Y entre sus conclusiones está que, salvo algunos puntos bien identificados, la parte mexicana de este gran ecosistema marino tiene bajas concentraciones de hidrocarburos.

En lo que se refiere a la plataforma de Yucatán, los investigadores encontraron altos niveles de metales: cadmio y cobre principalmente. No se sabe aún cuál es su impacto en la vida y la salud de los organismos porque no se han hecho los estudios de toxicología.

“Muchas sustancias contaminantes de los mares de la Península tienen su origen en nuestros hábitos y actividades. La permeabilidad de nuestro suelo permite que los residuos de las sustancias químicas que usamos se filtren a los ríos subterráneos y lleguen hasta el mar”.

Entre las mayores fuentes de contaminación del océano están los lixiviados generados por las toneladas de basura que producimos a diario. El problema es mayúsculo si se considera que Mérida es la única población yucateca que cuenta con un relleno sanitario.

De Campeche a Tamaulipas existe otro tipo de problemas, ya que además de ser la zona petrolera hay gran cantidad de ríos que arrastran mucha porquería química.

“Podemos decir que la plataforma de Yucatán goza de buena salud ambiental. Sí hay presencia de contaminantes, pero las concentraciones son bajas”.

Además, por lo que hemos podido observar, los peces de los mares peninsulares responden mejor a la presencia de contaminantes, lo que indica que posiblemente sus organismos todavía no se han atrofiado, continúa el Dr. Puch.

“No estamos mal todavía, pero eso no significa que podemos quedarnos cruzados de brazos. Es buen momento para emprender acciones de protección y preservación”, concluye el investigador.— Megamedia

“Podemos decir que la plataforma de Yucatán goza de buena salud ambiental. Está estable en comparación con muchos otros ecosistemas marinos”

Tomado de: Diario de Yucatàn