Xavier Flores Vidal & Héctor García Nava, investigadores del Instituto de Investigaciones Oceanológicas de la Universidad Autónoma de Baja California.

Probablemente todos, en algún momento, hemos oído hablar de radares, pues se utilizan en múltiples aplicaciones; por ejemplo, en el control del tráfico aéreo o en la expedición de multas automáticas a vehículos que exceden los límites de velocidad, pero ¿qué es un radar oceanográfico? Para empezar, un radar es un instrumento que transmite y recibe ondas electromagnéticas, que más tarde pueden ser útiles para analizar las características de las ondas reflejadas por objetos. Algunos tipos de radar utilizan el corrimiento en frecuencia de las ondas reflejadas por objetos en movimiento (efecto Doppler) y la retrodispersión (Backscatter) de las ondas para determinar características tales como la posición, la velocidad o incluso la composición de los objetos detectados.
En particular, los radares oceanográficos utilizan arreglos de antenas transmisoras y receptoras que se instalan en la playa, para estimar las corrientes superficiales en el océano. Debido a que estos radares emplean ondas electromagnéticas de alta frecuencia (ondas de radio en la banda de 3 a 30 MHz) y a que detectan la retrodispersión de las mismas, también se les conoce como Radares hf (por High Frequency) o radio escaterometros Doppler, ya que miden la retrodispersión (Backscatter) de ondas de radio.

Vigilando grandes extensiones del océano

La gran utilidad de los radares oceanográficos es que permiten monitorear de forma continua y simultánea las corrientes
superficiales en grandes extensiones del océano con una alta resolución espacio-temporal, tarea muy complicada de realizar con otros sistemas de medición, como boyas, cruceros oceanográficos o sensores satelitales. Para monitorear áreas extensas, como el golfo de México, se necesita la operación continua y sincronizada de Radares hf ubicados a lo largo del litoral, lo cual requiere de una gran inversión de tiempo, personal y recursos económicos. Como parte del Consorcio de Investigación del Golfo de México (CIGoM), mediante las acciones que impulsa el gobierno federal para conocer mejor la fenomenología oceánica, y contar con mayores elementos que permitan el monitoreo y control en tiempo real de potenciales derrames de hidrocarburos en el golfo de México, entre 2017 y 2019 la Universidad Autónoma de Baja California construyó e instaló una red de quince radares oceanográficos, los cuales monitorean el litoral mexicano del golfo, cubriendo las zonas costeras de los estados de Tamaulipas, Veracruz, Tabasco, Campeche y Yucatán (Figura 1).

Sensores modernos y tecnología de punta

La Red de Radares del golfo de México está conformada por sensores modernos con tecnología de punta que permiten obtener mapas sinópticos de las corrientes marinas superficiales, desde la costa hasta 200 km mar adentro.
Dichos mapas se generan con una resolución espacial de 1.5 km y temporal de 30 minutos, y con una precisión en el cálculo de la corriente de ~2 cm/s. Una vez procesados, los datos son transmitidos en tiempo quasi real (diferidos entre una y dos horas) a servidores web en línea, donde se pueden consultar de forma regular.

La información generada por la red de forma casi inmediata acerca de las condiciones actuales de las corrientes superficiales permite tomar decisiones mejor informadas en diferentes situaciones. Es el caso de un probable derrame de hidrocarburos en aguas marítimas. Además, la base de datos que se genera a lo largo del tiempo permite realizar el análisis de escenarios estadísticos de la trayectoria y destino de potenciales derrames de hidrocarburos, con lo cual pueden determinarse zonas con mayor probabilidad de arribo o regiones de recirculación y convergencia que pudieran retener hidrocarburos por más tiempo. Con la información en tiempo real y la generación de escenarios, autoridades y tomadores de decisiones cuentan con
mayores elementos para salvaguardar ecosistemas y prevenir tragedias ecológicas, en caso de derrames.

Otras posibles aplicaciones de la información generada por la Red de Radares son, entre otras, el apoyo en maniobras de búsqueda y rescate, el análisis de la dispersión de otros contaminantes, la diseminación de larvas de peces de interés comercial o ecológico, el seguimiento de afloramientos algales nocivos y el apoyo en la contingencia de afloramientos atípicos de sargazo en el Caribe. Los radares que conforman la red fueron diseñados por la Universidad de Hawaii, en colaboración con la Universidad Autónoma de Baja California (UABC). Actualmente, el Laboratorio de Radio Oceanografía de la UABC, ensambla, calibra y opera radares oceanográficos con total autonomía.
Hoy, esta universidad mexicana opera 25 radares en las siguientes regiones: Pacífico Norte, seis instrumentos; Laguna de Términos, en Campeche, dos instrumentos, en colaboración con el Instituto de Ecología, Pesquerías y Oceanografía del Golfo de México (EPOMEX); Caribe mexicano, dos instrumentos, en colaboración con la Secretaría de Marina (SEMAR), Universidad Autónoma del Carmen (UNACAR), y El Colegio de la Frontera Sur (ECOSUR); golfo de México, 15 instrumentos, en colaboración con la Comisión Nacional de Áreas Naturales (CONANP), el gobierno de Tamaulipas, Instituto de Ecología (INECOL) de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), Universidad Juárez Autónoma de Tabasco (UJAT), Universidad Autónoma de Campeche (UAC), Tecnológico (TEC) Lerma y Centro de Investigación y Estudios Avanzados (CINVESTAV) del Instituto Politécnico Nacional (IPN). Esta Red de Radares es única en Latinoamérica, y se proyecta un crecimiento de dos estaciones más para 2022. No obstante, sigue en busca de apoyo para algún día cubrir las costas del Pacífico centro y sur, y las del golfo de California.

Número completo disponible en: https://conacyt.mx/wp-content/uploads/publicaciones_conacyt/ciencias_y_humanidades/03_Ciencias_y_Humanidades.pdf