El proyecto CIGoM, un esfuerzo histórico de investigación, busca conocer a fondo el Golfo de México.— Participación del Cinvestav
El Golfo de México, una de las zonas con mayor biodiversidad del océano, plantea todavía tantos interrogantes que su estudio ha ameritado un esfuerzo sin precedente de reconocidas instituciones mexicanas de investigación y educación para observarlo e intentar desentrañar sus múltiples misterios.
Agrupados en el CIGoM (Consorcio de Investigación del Golfo de México), numerosos científicos trabajan desde hace cuatro años para conocerlo en profundidad, en todas sus dimensiones y desde todos los ángulos. Se trata de saber cómo es, cómo funciona, para así poder protegerlo ante una eventual contigencia como la de 2010, cuando la explosión de la plataforma petrolera Deepwater Horizon provocó el derrame accidental de crudo más grande de la historia.
En el CIGoM, como señalamos en la primera parte de este reportaje, está incluido el Cinvestav Mérida, junto con el Centro de Investigación Científica y de Educación Superior de Ensenada (Cicese); cuatro dependencias de la UNAM (Centro de Ciencias de la Atmósfera y los institutos de Ciencias del Mar y Limnología, de Biotecnología y de Geofísica); el Centro de Ingeniería y Desarrollo Industrial (Cidesi); la Universidad Autónoma de Baja California (UABC); el Instituto Nacional de Ecología y Cambio Climático (Inecc), y la empresa privada Baja Innova.
En busca de respuestas
El trabajo ha sido intenso, comenta la Dra. Leopoldina Aguirre Macedo, coordinadora en el Cinvestav de las tareas de los doctores María Eugenia Vega Cendejas, Víctor Vidal Martínez, María de los Ángeles Liceaga, Jorge Herrera Silveira, Daniel Torruco Gómez, Rossanna Rodríguez, Ismael Mariño Tapia y Omar Zapata, así como Daniel Pech, del Ecosur Campeche y Cecilia Enríquez de la UMDI Sisal UNAM.
Además de las instituciones involucradas directamente, colaboran muchas otras, como la UMDI de Sisal (UNAM) y el Colegio de la Frontera Sur, comenta, “que si bien no están dentro del CIGoM, han tenido participación importante para que podamos alcanzar los objetivos”.
“Lo más importante de este proyecto es que ha logrado reunir capacidades para dar respuesta a algo que no conocemos. Información había antes, pero estaba dispersa y no era homogénea”, cuenta la doctora, quien dice que su función como coordinadora “es que alcancemos los objetivos planteados en el tiempo establecido. Es un proyecto con mucho dinero y por tanto con mucha fiscalización”.
El Cinvestav, como indicamos, participa en tres de las cinco líneas de acción del proyecto: Línea base y monitoreo ambiental (particularmente con la coordinación de siete cruceros oceanográficos), Degradación natural de hidrocarburos, y en el Análisis de escenarios de derrames, esto es, buscar en laboratorio qué pasa cuando ocurre un derrame, qué se afecta, como se afecta y la vulnerabilidad de peces, tortugas, camarones, cangrejos, etc.
El proyecto comenzó en 2015 y concluirá en marzo próximo. Consta de tres etapas, en las dos primeras, de un par de años cada una, se hizo toda la estandarización metodológica para llevar a cabo los muestreos en el mar —los cruceros— y estudios de caracterización preliminar a fin de llevar a cabo los bioensayos para medir el efecto del petróleo en organismos bajo condiciones experimentales.
“Este último año lo dedicaremos a ordenar la abundante información obtenida. En cuatro campañas oceanográficas en ‘Perdido’ (Tamaulipas) y tres en Yucatán logramos caracterizar ambientalmente la zona tanto física, como química como biológicamente”, explica. “Con esto me refiero a que en ‘Perdido’ hicimos cruceros en secas y lluvias durante dos años consecutivos, en la Plataforma continental uno en secas, uno en lluvias y otro en nortes”.
Se cuenta ahora con un panorama estacional de cómo se mueven las variables, que fenómenos son “normales” y cuáles se deben al impacto ambiental. Se midieron todos los componentes del petróleo, metales pesados… “Tenemos la variación de esos compuestos tanto en agua como en sedimentos”.
La información estará contenida en muchísimos Atlas, tantos, que calcular cuántos es imposible por ahora. Serán al menos 10 tomos: de patrones de circulación oceánica, de concentraciones promedio de contaminantes que tienen como origen el petróleo, de los metales, de variables biológicas, de la línea base de organismos, de efectos de los hidrocarburos, de valores promedio y de valores de dispersiones físicas, químicas y biológicas y un largo etcétera.
“La semana pasada tuvimos una reunión con la Sener y el Conacyt para mostrar los índices de algunos de estos entregables: hay Atlas de vulnerabilidad de las tortugas, de los cetáceos, camarones, de grandes peces como atunes, picudos, etc., en caso de un derrame. Tenemos esos mapas a muchas escalas de visualización”.
Se ha conformado una base de datos extraordinaria para este proyecto. “Fueron 18 cruceros y en cada uno se tomaron muestras de agua y de sedimento para infinidad de variables”.
Tras comentar que hay zonas del Golfo más frágiles que otras, la doctora afirma que la Península, mientras no se perfore el primer pozo sobre la plataforma de Yucatán, es de las menos vulnerables. “Los escenarios de derrame buscan indicar qué zonas serían las afectadas en caso de un accidente, entonces habrá un Atlas completo sobre esos escenarios y las probabilidades de que un derrame pase por un determinado punto”.
También dice que por las modelaciones que se están haciendo, los biólogos podrán predecir cuántas horas tardaría en llegar la mancha de crudo y actuar en consecuencia. “Son escenarios que nos permitirán ‘prepararnos para’ y no ‘responder a’. Es decir, si ocurre un derrame de gran magnitud en determinado punto del Golfo, podremos saber hacia dónde se va a dirigir según las corrientes, los vientos, etc. Y además, como ya sabremos lo que tenemos en términos de pesquerías y de especies carismáticas, será posible determinar cómo debemos actuar”.
Conclusión
El CIGoM ha logrado grandes avances en el conocimiento del Golfo de México, señala la investigadora. “No hay otro proyecto que haya dedicado tantos recursos —materiales y humanos— para conocer el comportamiento de un cuerpo de agua tan grande y tan diverso como el Golfo. Ni siquiera en Estados Unidos”.
Los resultados de este proyecto podrán servir a los tomadores de decisiones para saber cómo proceder ante cualquier contingencia. “Y lo más importante, se sabrá a ciencia cierta en qué condiciones está el Golfo de México cuando lo reciban las compañías que quieren abrir pozos de exploración”, concluye.
Cifras del CIGoM
Algunos datos del megaproyecto sobre el Golfo de México que está en su recta final
268 millones de pesos del presupuesto de 1,500 millones asignado al CIGoM ejerció el Cinvestav Mérida.
200 investigadores del país de diversas instituciones mexicanas participan en el proyecto del CIGoM.
7 Cruceros oceanográficos coordinó el Cinvestav Mérida
Tomado de: Diario de Yucatán
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