El reto: usar todas las ventanas de observación y exploración oceanográfica para entender cómo funciona el Golfo de México y, con ello, evaluar distintos escenarios de las posibles consecuencias de derrames de hidrocarburos en aguas mexicanas
Mérida, Yucatán, a 7 de marzo de 2016.- El proyecto que permitirá que México cuente con herramientas de observación, desarrollo tecnológico y modelos numéricos para establecer planes de contingencia y actividades de mitigación en caso de ocurrir derrames de hidrocarburos a gran escala en aguas mexicanas del Golfo de México, así como información para evaluar su impacto ambiental, ha cumplido su primer año.
El proyecto “Implementación de redes de observaciones oceanográficas (físicas, geoquímicas, ecológicas) para la generación de escenarios ante posibles contingencias relacionadas a la exploración y producción de hidrocarburos en aguas profundas del Golfo de México”, que lidera el CICESE a través del Consorcio de Investigación del Golfo de México (CIGoM), está financiado por la Secretaría de Energía (SENER) y el CONACYT, a través del Fondo de Hidrocarburos. Inició formalmente en marzo de 2015, y está convenido a cinco años. Esta semana se lleva a cabo en Mérida, Yucatán, la reunión anual del proyecto, en el cual se presentan avances y se coordinan las activividades a desarrollar a futuro. En términos globales, el proyecto a logrado cunplir con el 38 por ciento de los compromisos adquiridos en su primera etapa de 2 años.
La primera etapa de dos años (concluye en marzo del 2017); la segunda abarca dos años más (concluye en 2019), y la tercera un año (en 2020).
Para cumplir con sus objetivos, el proyecto se dividió en cinco líneas de acción:
1. Plataformas de observación oceanográfica
2. Línea base y monitoreo ambiental
3. Modelos numéricos de circulación y biogeoquímica
4. Degradación natural de hidrocarburos
5. Análisis de escenarios de derrames
Actividades y cumplimento de compromisos, por línea
La primera línea de acción tiene como objetivo establecer observatorios del ambiente marino que proveen de información que caracteriza las condiciones físicas del golfo en diferentes regiones y profundidades. Para ello, se usarán boyas en la zona de aguas profundas y regiones costeras; se colocarán anclajes instrumentados en los estrechos de Florida y Yucatán para entender las condiciones en las fronteras del golfo; se utilizarán radares de alta frecuencia para caracterizar corrientes superficiales y condiciones de viento y oleaje; se obtendrán imágenes de la superficie del mar por medio de sensores remotos en aviones y satélites, y determinar así concentraciones de clorofila, seguimiento de derrames, oleaje y viento. Con un sonar de alta resolución se conocerán las características detalladas del suelo marino utilizando técnicas de reflexión acústica; se desarrollarán tecnologías de información para comunicar boyas con satélites, y se utilizarán vehículos sumergibles autónomos (gliders) de gran autonomía y dotados con diversos sensores junto con un vehículo de operación remota (ROV) capaz de obtener muestras de sedimento marino en chapopoteras naturales con un brazo robótico que será desarrollado por el consorcio.
La segunda, Línea base y monitoreo ambiental, busca caracterizar el estado del medio y cómo cambian las más importantes variables hidrográficas, biogeoquímicas, biológicas y ecológicas del sistema, de una manera que sea integradora, comparable, accesible y validada. Así se podrán evaluar los impactos y diseñar estrategias de mitigación en casos de derrames de gran escala en la zona de aguas profundas del golfo.
Durante 2015 realizaron tres cruceros oceanográficos denominados XIXIMI-04, SOGOM-01 y GOMEX04, y durante 2016 están programados siete más: Malla Fina/Metagenómica-01, Malla Fina Fina/Metagenómica-02, XIXIMI-05, SOGOM-02, GOMEX-05, Perdido-01 y Perdido-02. En conjunto, estos cruceros están caracterizando de manera coordinada docenas de parámetros ambientales en la plataforma de Yucatán, la zona de aguas profundas (con más de 1000 m de profundidad) y la zona noroeste del golfo de México, en la cual probablemente se inicie la explotación petrolera en aguas profundas en el futuro.
La línea 3, Modelos numéricos de circulación y biogeoquímica pretende implementar distintos tipos de modelos numéricos que en conjunto serán capaces de generar escenarios de derrames de hidrocarburos bajo condiciones puntuales, con el fin de examinar las posibles consecuencias de un derrame de gran escala bajo condiciones similares.
Para ello, se necesita integrar los modelos numéricos de circulación con información y modelos biogeoquímicos y ecológicos dentro de un sistema de simulación que examine la evolución, el destino y los posibles efectos por derrames de hidrocarburos, considerando diferentes escenarios (magnitud, localidad, profundidad, estacionalidad, tipo de hidrocarburos), entre otros factores, para su aplicación en caso de un evento significativo real.
La cuarta línea, Degradación natural de hidrocarburos, busca evaluar la capacidad de degradación fisicoquímica, microbiológica y fotoquímica de diferentes fracciones de hidrocarburos a través de estudios bajo condiciones controladas y naturales, de manera que se pueda conocer la capacidad de respuesta natural del ecosistema ante derrames de gran escala. Dado que las bacterias juegan un papel fundamental en la degradación de hidrocarburos, un aspecto importante es la implementación de tecnologías moleculares de frontera (conocidas como metagenómica) que permiten caracterizar los tipos de bacterias degradadoras de hidrocarburos que hay en diferentes regiones y profundidades y en el fondo marino, así como inferir su función en el ecosistema y su capacidad de degradar petróleo, así como su potencial para ser agentes de bioremediación de suelos y aguas contaminadas por hidrocarburos.
Finalmente, la línea Análisis de escenarios de derrames, se dirige a examinar las consecuencias potenciales de diferentes escenarios de derrames de petróleo de una manera integral, considerando el papel del transporte físico y los procesos de dispersión sobre el destino de los hidrocarburos en la región de aguas profundas del Golfo de México occidental, y sus posibles impactos en el ecosistema a diferentes escalas temporales y espaciales.
La zona occidental del golfo, denominada Perdido, será utilizada como un sistema modelo para el megaproyecto, y se eligió dado que es la zona donde PEMEX tiene ya identificados yacimientos para extraer hidrocarburos en aguas profundas.
Participantes y transferencia de conocimiento
El proyecto será desarrollado por el Consorcio de Investigación del Golfo de México (CIGoM), el cual está integrado por nueve instituciones académicas y una empresa. Ellas son el Centro de Investigación Científica y de Educación Superior de Ensenada (CICESE, quien es el responsable técnico del proyecto), el Centro de Investigación y de Estudios Avanzados (CINVESTAV), unidad Mérida; cuatro dependencias de la UNAM (el Centro de Ciencias de la Atmósfera y los institutos de Ciencias del Mar y Limnología, de Biotecnología y de Geofísica); el Centro de Ingeniería y Desarrollo Industrial (CIDESI); la Universidad Autónoma de Baja California (UABC); el Instituto Nacional de Ecología y Cambio Climático (INECC), y Baja Innova, SAPI de CV, como empresa asociada.
Hay dos aspectos adicionales que contempla la propuesta. El primero se refiere a la formación de recursos humanos de alto nivel técnico y científico, capaces de continuar con el manejo y desarrollo del sistema integral que se propone y aportar a las necesidades técnicas del país en el futuro.
El segundo implica utilizar, asimilar y sobre todo generar nuevas tecnologías tanto en instrumentos y métodos de observación como en software de modelación, cuyos prototipos puedan ser asimilados ya sea por PEMEX u otras compañías mexicanas que puedan desarrollarlos y comercializarlos en el futuro.
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