María Elena Álvarez-Buylla Roces
Directora General del Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología

La dicotomía entre ciencia básica y ciencia aplicada sugiere que hay dos tipos de ciencia: la que se aplica y la que no se aplica. La ciencia es la actividad humana que genera nuevo conocimiento, que avanza más allá de la frontera entre lo que conocemos y lo que no hemos descubierto y, eventualmente, todo el conocimiento se aplica. Por tanto, no es útil hablar de dos tipos de ciencia. Se debe impulsar desde México la ciencia de frontera, la que contribuye a un nuevo conocimiento desde nuestro país y, con ello, estar en una posición ventajosa para poder proponer nuevas tecnologías y aplicaciones del conocimiento, que además sean pertinentes a nuestros retos, nuestra realidad y nuestra cultura. Lo cierto es que todos los retos reales son complejos, sobre todo los que implican dinámicas socioambientales. Por ello, también es necesario propiciar la integración de grupos de investigación que, a la vez que se enfocan a generar nuevo conocimiento, se comprometen a integrarlo y orientarlo hacia la incidencia socioambiental, hacia la comprensión profunda, así como hacia la atención, solución y prevención de los problemas reales en ámbitos concretos. Para ello, es necesario impulsar avances científicos en el contexto de las diversas colaboraciones de investigadores en cada una de sus especialidades e instituciones con compromisos y metas claras, y a partir de éstos llegar a descubrimientos y soluciones necesarios y suficientes actuando de manera eficiente y eficaz. Este enfoque es el que ahora se trata de impulsar desde el nuevo Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología (Conacyt), en el Eje Programático de los diez Programas Nacionales Estratégicos (Pronaces) y sus Proyectos Nacionales de Investigación e Incidencia.

En este número de la Revista Ciencias y Humanidades nos enfocamos en el Consorcio de Investigación del Golfo de México (CIGoM), proyecto nacional que viene de años atrás, uno de esos casos de éxito que abrevó de la gran calidad científica y el compromiso socioambiental de los responsables técnicos y coordinadores implicados. Este consorcio es un modelo de articulación en cuanto a las capacidades que existen en México para desarrollar investigación científica y tecnológica con enfoque en temas prioritarios para el país. En este caso, los esfuerzos se centraron en el análisis de las consecuencias de derrames de hidrocarburos en el océano, en particular en el golfo de México. A partir de ahora, desde el Conacyt se pretende tomar el amplio repertorio de información generado en el CIGoM para forjar un observatorio del golfo de México y el Caribe mexicano, en colaboración con otras instancias del gobierno de México y los gobiernos locales.

Sin duda, uno de los temas prioritarios para el país es la conservación de la biodiversidad del golfo de México, que en años anteriores se ha visto amenazada por diferentes impactos derivados del desarrollo industrial, algunos de ellos catastróficos como, por ejemplo, la explosión en la plataforma Deepwater Horizon (DWH) de la compañía British Petroleum, que en 2010 ocasionó uno de los mayores derrames de petróleo en toda la historia de la humanidad. Como respuesta a esta clase de adversidades, en 2015 se creó el CIGoM, que hasta la fecha sigue trabajando con el propósito de comprender mejor los impactos de este desafortunado accidente y, también, para generar instrumentos y modelos prospectivos y de indicadores o alarmas tempranas que sirvan para prevenir y contrarrestar los daños que podrían ocasionar, en un futuro, los accidentes petroleros.

A partir del derrame de petróleo en la plataforma del British Petroleum, se impulsaron estudios de biodiversidad, de corrientes marinas, de modelaje complejo, entre otros, en un esfuerzo integrado y articulado que dio forma y contenido al CIGoM. El golfo de México es un ecosistema fascinante desde el punto de vista biológico, geológico y también pesquero y de aprovechamiento. Cuidar este gran ecosistema es prioritario para nuestro país, así como para el equilibrio ecológico global. Entre las aportaciones reunidas en este número de Ciencias y Humanidades, los colegas del CIGoM resumen los hallazgos en torno a la fascinante biodiversidad del golfo de México, a las tortugas marinas, los crustáceos en la Plataforma de Yucatán, los moluscos del Cinturón Plegado Perdido y toda su diversidad bacteriana.

Por otro lado, aquí se aporta información sobre la explotación petrolera y los riesgos que esto representa para la vida en el mar, además de los avances hechos en torno a la prevención, los modos de actuar y los posibles desenlaces o intervenciones en caso de que ocurra un gran derrame de hidrocarburos. Desde luego, en este rubro hay todavía mucho por hacer. Desde el Conacyt seguiremos enfocando los esfuerzos y capacidades de articulación científico-técnica a nivel nacional e internacional necesarios para integrar un observatorio del golfo de México y el Caribe mexicano. Al darle continuidad al CIGoM, se pretende propiciar las mejores prácticas en los procesos de explotación del petróleo, refinación de hidrocarburos y otras actividades necesarias para el desarrollo económico del país y así minimizar los riesgos e impactos socioecológicos potenciales.

Es evidente que el modelo extractivista, centrado en el beneficio de unos pocos, ha producido daños irreparables en la naturaleza; lo hemos visto en el reciente derrame petrolero de la empresa Repsol en las costas de Perú. Un ejemplo específico de la continuidad del CIGoM se encuentra en el contexto del Pronaces Energía y Cambio Climático. Con el fin de anticipar cualquier accidente que pudiera ocurrir en las plataformas petroleras mexicanas y, en su caso, poder contrarrestar sus posibles daños, el Conacyt, junto con la Secretaría de Energía (SENER), financió el proyecto «Implementación de redes de observación oceanográficas (físicas, geoquímicas, ecológicas) para la generación de escenarios ante posibles contingencias relacionadas con la exploración y la producción de hidrocarburos en aguas profundas del golfo de México».

En este número de Ciencias y Humanidades tenemos el honor de contar con una entrevista y algunas muestras del gran arte de Manuela Generali, excelente pintora del mar. También se incluye la reseña al libro de poesía otro día… (poemas sintéticos) de Verónica Gerber, que en sus poemas retrata la devastación del medioambiente; asimismo, las imágenes de Orso Angulo, biólogo marino que en los últimos años se ha dedicado a captar en lienzos de algodón las bellas formas de la vida marina. El arte nos brinda un puente afectivo y sensible desde el conocimiento y la ciencia con la sociedad, nos conecta al nivel que necesitamos para contribuir a la revolución de las conciencias, que tanto urge para lograr los esfuerzos colectivos convergentes que, como en este caso, estén a la altura de nuestros retos socioambientales locales, nacionales y globales.

Número completo: https://conacyt.mx/wp-content/uploads/publicaciones_conacyt/ciencias_y_humanidades/03_Ciencias_y_Humanidades.pdf