Los pastos marinos de la Península, ecosistemas de gran valor ecológico, social y económico, se enfrentan a numerosas amenazas Pese a las presiones a que rutinariamente son sometidas, las praderas de pastos marinos de la Península de Yucatán —un ecosistema de vital importancia, pero poco valorado— gozan de cabal salud gracias a su capacidad para resistir los daños causados por cambios y perturbaciones, revela un estudio sobre la vulnerabilidad de regiones y especies del Golfo de México. Esa resiliencia les ha permitido recuperarse de la devastación provocada por catástrofes ambientales como las producidas por el derrame del pozo petrolero Ixtoc en 1978 o la marea roja que azotó las costas yucatecas en 2011. El estudio —enmarcado en el megaproyecto del CIGoM (Consorcio de Investigación del Golfo de México) que durante cinco años exploró todos los rincones y profundidades de la cuenca oceánica— buscó evaluar el estado de la biota marina y conocer su condición actual de vulnerabilidad, esto es, cuán sensibles son las especies a las amenazas que las acechan y qué condiciones favorecen su capacidad de resistencia, explica el Dr. Eduardo Amir Cuevas. La intención era llevar esta aproximación a distintos grupos y poblaciones, a múltiples especies, añade. Para esta parte del estudio se seleccionaron tres componentes de la biota marina: praderas de pastos marinos, comunidad bentónica (organismos de 0.5 a 50 mm, que viven sobre el lecho marino o en los primeros 10 centímetros del fondo) y tortugas marinas. “Representan distinto nivel de organización biológica y funciones ecológicas diferenciadas, pero tienen interacciones importantes entre ellos, lo que permitió tener una mejor representación de la biodiversidad en conjunto”, explica el investigador de la Universidad del Carmen.

Guardería de peces

En principio, los pastos marinos son un ecosistema poco conocido y reconocido, pese a que proporcionan servicios ecosistémicos fundamentales para el bienestar humano, señala el Dr. Jorge Herrera Silveira, del Cinvestav Mérida. “Además sirven de hábitat, refugio y sitio de crianza para numerosas especies. Son, por así decirlo, las guarderías de muchos peces de importancia comercial”. Tras destacar que la Península de Yucatán es rica en praderas submarinas, lamenta que México no tenga un mapa de estos valiosos ecosistemas, por lo que no se sabe a ciencia cierta cuál es su cantidad: según algunos reportes hay 900,000 hectáreas, otros indican 400,000. “Es lamentable, hay un abismal diferencia entre ambas estimaciones”. Cuenta el Dr. Herrera que desde hace años el estudio de los pastos marinos en diferentes contextos ha sido uno de sus mayores intereses y que incorporarlos al proyecto del CIGoM para analizar su sensibilidad a los derrames y otros estresores representó una gran oportunidad para conocerlos mejor. El equipo de investigadores aprovechó la base de datos del Dr. Herrera —fruto de sus trabajos de monitoreo y muestreo de los pastos marinos del arrecife veracruzano, las lagunas costeras de Veracruz, Campeche y Quintana Roo y el litoral de la Península—, realizó además levantamientos, evaluaciones, análisis espaciales, para medir la vulnerabilidad.

Organismos sensibles

Las praderas submarinas son muy vulnerables a los vertidos porque la mancha de crudo forma una costra oscura en la parte superficial del agua que evita la entrada de la luz. Y como los pastos son organismos fotosintetisadores, mueren, explica. “Sin embargo, pese a esta vulnerabilidad también tienen una alta resiliencia. Un ejemplo son las praderas marinas de la reserva de los Petenes en Campeche, donde en 1978 el derrame del Ixtoc provocó un daño severo en las comunidades y ecosistemas costeros de esa zona”. Los pastos marinos resintieron consecuencias muy graves, el derrame incluso arrasó con la comunidad de ostión de mangle, un importante recurso pesquero, que había en ese momento, recuerda. Sin embargo, actualmente la cobertura de pastos marinos en la zona de los Petenes de Campeche es probablemente la mayor de México como extensión casi continua.

Marea roja

El Dr. Herrera alude también al desafío que representan huracanes y mareas rojas, como la que en 2011 mató a casi todos los pastos marinos de la costa yucateca, continúa. El fenómeno fue tan severo que incluso provocó cambios en la morfología del litoral, porque la arena que retienen estos organismos fue transportada a la costa y cambió la línea de playa. Dzilam de Bravo no tenía playa en algunas zonas y ya tiene desde entonces. Pero ya están otra vez allí los pastos marinos, como en los Petenes. Es admirable su resiliencia, destaca. Sin embargo, actividades humanas tierra adentro, como desarrollos urbanos y granjas, que vierten sus aguas residuales al acuífero y éstas eventualmente llegan al mar, están provocando un impacto de largo plazo en las praderas submarinas. “Ya sabemos entonces cuáles son las características de los pastos marinos, dónde están distribuidos en la Península de Yucatán, cuáles son sus principales amenazas y las características que los hacen más sensibles ante esos riesgos, pero también sabemos que las actividades antrópicas tierra adentro están teniendo un impacto de mayores proporciones que incluso las que se realizan mar adentro”. “Así que si podemos recomendar que se haga algo, sería tierra adentro y en la costa”, subraya y relata cómo en un trabajo en los manglares de Celestún imágenes captadas por drones mostraron las numerosas cicatrices que las lanchas turísticas están dejando en el ecosistema. También denuncia que, sin autorización, muchos dueños de predios veraniegos están empezando a construir muelles particulares para tener a la mano sus lanchas o yates. “Están violando la ley, porque nadie puede poner ninguna estructura sobre la línea de playa, que es propiedad de la nación. Además, esas embarcaciones pasan por zonas de pastos marinos y los están destruyendo”. Es posible observar que alrededor del muelle de altura de Progreso ya no hay pastos marinos, observa. La pregunta es si esto tiene algún impacto sobre las pesquerías. Se habla mucho de que ha disminuido la pesca en nuestro litoral, así que valdría la pena detenerse a pensar si hay una conectividad entre la disminución de las guarderías de peces, que son las praderas, y las pesquerías. “Sabemos es que la fauna dentro de los pastos marinos es abundante, aunque tampoco se conoce a ciencia cierta porque faltan estudios. Lo que sí hemos visto es que juveniles de muchas especies —langostas, pulpos, pepinos de mar, varios tipos de peces— se desarrollan en esos ecosistemas”. El estudio del CIGoM abrió los ojos de la comunidad científica para ver las muchas amenazas, no sólo los derrames de crudo, que se ciernen sobre las praderas submarinas, advierte. En estos momentos, además de un acervo de conocimiento muy importante, se cuenta con toda una serie de medidas que deberían implementarse para salvaguardar lo que existe de pastos marinos por los vitales servicios ecosistémicos que ofrecen. El Dr. Herrera brinda y argumenta datos inapelables en su exposición. “Puedo mencionar rápidamente tres servicios que son esenciales para la costa y para las actividades humanas: 1) previenen la erosión de playas; 2) son las guarderías principales para muchas pesquerías, y 3) contribuyen de manera significativa a la mitigación del cambio climático por ser uno de los almacenes más importantes de carbono… Un servicio que tiene una escala global y dos de enorme importancia socioeconómica para la entidad”. “De aquí en adelante hay mucho que hacer, no solamente en el tema de la generación de conocimiento, sino en la toma de decisiones. Es decir, ya existen elementos para hacerlo, pues obviamente el proyecto general de CIGoM perseguía ese objetivo”. “En el caso de los pastos marinos se cuenta con suficiente información para elaborar planes tendientes a su conservación. Que tenemos que seguir estudiándolos, seguir haciendo evaluaciones, desde luego, pero que con lo que ya sabemos tenemos elementos suficiente para trazar líneas de acción, definitivamente”, finaliza.

Los resultados de los estudios están publicados en la colección literaria “Regiones, especies y ecosistemas vulnerables ante escenarios de derrames de gran escala en el golfo de México”, disponible en https://escenarios.cigom.org

Tomado de: Diario de Yucatán