Una investigación del Cinvestav Mérida vincula por primera vez la aparición de la temida marea roja con los derrames de petróleo en el Golfo de México.— Mesocosmos

Científicos del Cinvestav Mérida alertan que un efecto aún no estudiado de los derrames de petróleo amenaza con diezmar los importantes recursos pesqueros del Golfo de México.

Los investigadores hallaron evidencias de que, por efecto de la exposición a los hidrocarburos, las algas rojas —de enorme toxicidad— se multiplican sin control, alterando el equilibrio de los ecosistemas y dando lugar a la temida marea roja, una plaga de sobra conocida en la Península, donde cada vez que se presenta envenena la fauna marina y con sus olores fétidos y aguas turbias ahuyenta a los turistas.

“Hemos encontrado que incluso si se consigue detener el derrame puede haber, como consecuencia ambiental secundaria, floraciones exorbitantes de algas nocivas, con repercusiones importantes”, señala el Dr. Sébastian Putzeys, responsable del estudio “Desarrollo de experimentos en mesocosmos para evaluar la vulnerabilidad de los ecosistemas marinos ocasionada por la actividad petrolera”, esfuerzo que forma parte de CIGoM (Consorcio de Investigación del Golfo de México), el mayor proyecto oceanográfica en la historia de la ciencia en el país.

Confirmación

El Dr. Putzeys cuenta que en el proyecto espejo de CIGoM en Estados Unidos un estudiante de postdoctorado observó en un pequeño experimento que exponer poblaciones fitoplanctónicas al petróleo tiene entre sus efectos una sobreabundancia de bacterias que estimulan la multiplicación de las algas rojas, una mala noticia para la pesca en general.

“Y nuestras conclusiones apuntan a lo mismo, pero en una escala mucho mayor. Estamos confirmando esa sospecha, pero en condiciones más reales, lo que es muy interesante”, dice.

Lo más preocupante, abunda, es que incluso después de detener el derrame se mantiene el peligro del surgimiento de la marea roja, cuyas consecuencias pueden ser graves.

Se sabe que bajo ciertas circunstancias las algas rojas pueden incrementarse de manera descontrolada y van contaminando el medio ambiente, continúa el especialista. Cualquier molusco, crustáceo o pez que las ingiera se llena de esas sustancias nocivas que pueden provocarles la muerte y que pueden tener efectos tóxicos en el ser humano.

“En condiciones normales, las algas rojas están ahí, como parte de una comunidad compuesta por varios tipos de estos organismos, pero no son dominantes. Un derrame de petróleo altera este equilibrio, se van muriendo las más vulnerables y van aumentando las que resisten que, desafortunadamente, son las más nocivas”.

Esta amenaza no se ha valorado porque no era el propósito del estudio, pero saber que existe esta posibilidad es inquietante. Sería devastador para el sector pesquero, sentencia.

Mesocosmos

El Dr. Putzeys es francés. En 2016 trabajaba en la Universidad de Las Palmas de Gran Canarias cuando fue reclutado por el Cinvestav Mérida para colaborar en el proyecto del CIGoM por su experiencia en los mesocosmos experimentales, instalaciones que permiten hacer estudios en condiciones más reales que las pruebas de laboratorio.

Los mesocosmos, explica, son grandes contenedores de agua marina en los que se reproducen las condiciones ambientales de una zona específica: su temperatura, presión y población de microorganismos. Después se provocan algunos cambios físicos, químicos o biológicos en ese pequeño ambiente y se observa cómo reaccionan los microorganismos.

El mesocosmos del Cinvestav consistió en 12 tinas de plástico de 2,500 litros cada una, “que se usaron para determinar la vulnerabilidad del fitoplancton, las microalgas, las bacterias ante los derrames de petróleo”.

Inicio difícil

El arranque fue realmente complicado, recuerda. En México se desconocía este tipo de experimentos, pese a que comenzaron a usarse en los años 70, así que se tuvo que partir de cero.

Como paso previo, el Dr. Putzeys y varios colegas viajaron al Instituto de Ciencias Marinas de Rimouski (Ismer) en Quebec, Canadá, a conocer el funcionamiento de las instalaciones.

Como no había suficiente dinero para adquirir un mesocosmos de fábrica —el del Ismer costó un millón de dólares canadienses (más de 14 millones de pesos)— los investigadores locales optaron por una metodología más económica: comprar pieza por pieza y armarlo todo.

“De acuerdo con el diseño que habíamos visto en Canadá, adquirimos tinas Rotoplás, motores para agitar el agua, tubos, cables… Fuimos montando nuestro propio sistema, que además de casero fue temporal, ya que lo queríamos exclusivamente para los ciclos de nuestros experimentos”, comparte.

Después se llenó una pipa enorme con agua de mar de Progreso y se vació el líquido en las 12 cisternas. Como el agua traía su propia población de microorganismos, no fue necesario más.

En un mesocosmos, las condiciones no son tan controladas como en un laboratorio, se deja todo casi al natural. Para conocer los efectos de un derrame de crudo, el equipo de investigadores realizó cuatro experimentos, cada uno por triplicado: en tres cisternas se dejaron las cosas como estaban, en otras tres se añadieron 10 ppm (partes por millón) de crudo, en otras tres 40 ppm y en la últimas, 80 ppm.

Partes por millón (ppm) es una unidad de concentración: 80 ppm equivalen a 0.8 gramos de petróleo por litro de agua, explica.

“Se estudiaron sobre todo las bacterias y el fitoplancton, porque los organismos más grandes, como el zooplancton o el microzooplancton, están fuera de esta escala. Y estudiar peces, menos. Para nuestros estudios tuvimos que sacar del agua todos esos organismos superiores”.

Líneas de acción

Las investigaciones del Dr. Putzeys se incluyen en dos de las cinco líneas de acción del CIGoM: la de vulnerabilidad, ya que el propósito de los experimentos era evaluar el impacto de la actividad petrolera en los ecosistemas marinos, y en la de biorremediación, donde además del petróleo se agregaron nutrientes y una comunidad bacteriana ya preparada, “para ver si podíamos resolver el problema del derrame en pequeña escala”.

El Dr. Putzeys se encargó del diseño del experimento y las instalaciones, del muestreo de todos los estudios, de los análisis de datos. Ha estado involucrado desde el inicio hasta estas etapas finales, cuando ya están elaborando los entregables con los resultados.

Cumplidos todos los objetivos del estudio, apareció la conclusión más inquietante, reitera el investigador francés. La relación entre los vertidos de crudo y la aparición de la marea roja es una amenaza que no se ha valorado porque no era el propósito del estudio. Sin embargo, saber que existe esa relación es motivo de preocupación y amerita por su importancia nuevos estudios, concluye el investigador.— Megamedia

Lo más inquietante es que incluso después de detener el derrame de petróleo el peligro permanece y las consecuencias pueden ser graves

CIGoM

Un megaproyecto

El CIGoM es uno de los mayores esfuerzos de investigación en la historia de la ciencia en México.

La iniciativa surgió debido a la falta de información para entender y actuar en caso de posibles derrames de hidrocarburos de gran escala en el Golfo de México.

Esfuerzo sin precedente

El Consorcio de Investigación del Golfo de México (CIGoM) agrupa a más de 300 científicos de diversas instituciones nacionales e internacionales para realizar estudios en la línea base de la zona marina, lo que lo convierte en un esfuerzo multidisciplinario con un mismo propósito.

Fondos

Esta iniciativa es financiada por el Fondo de Hidrocarburos del Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología y la Secretaría de Energía.

Tomado de: Diario de Yucatán