Víctor Manuel Vidal Martínez y Leopoldina Aguirre Macedo

Para nadie es un secreto que los humanos hemos contaminado el mar por muchos años. En México es muy probable que ignoremos el tema porque no teníamos datos que nos indicaran el nivel de esa contaminación y cuánto puede afectar nuestras vidas. En nuestro país ha sido difícil hacer pública esta información porque es costosa, y si llega a publicarse, es en revistas técnicas en inglés.

De hecho, aun cuando se pueden conseguir los artículos en internet, la información es muy técnica y difícil de interpretar. Esto resalta la importancia de los 54 mapas del atlas Contaminantes, biomarcadores y biocontaminantes en organismos.

Es uno de los productos del megaproyecto financiado por el fondo sectorial Conacyt-Sener-Hidrocarburos, que llena un enorme hueco de información sobre los contaminantes y sus efectos sobre la salud de peces marinos del Golfo de México.

Con esta información cualquier persona puede saber qué contaminantes derivados del petróleo (por ejemplo, hidrocarburos del petróleo y metales pesados) tienen los peces tanto del fondo marino como de la columna de agua.

Era imposible revisar todos los peces que capturamos, y por tanto asumimos que son representativos de otros peces y organismos que habitan en estas regiones marinas ¿Por qué es tan importante saber esto? Bueno, porque estos contaminantes se acumulan a lo largo de las cadenas tróficas: desde los invertebrados, como caracoles o camarones, hasta los depredadores tope, como los grandes peces (meros y huachinangos) o tiburones. Y, por supuesto, en los humanos.

Otro resultado importante obtenido se relaciona con los efectos que estos contaminantes tienen sobre los peces, que pueden ir desde la feminización de los machos hasta mutaciones en el material genético (ADN).

Estos análisis clínicos en los peces nos indican su estado de salud, pero también nos dan pistas acerca de la condición del ecosistema. Esta información es fundamental para la gente que aplica regulaciones ambientales para mantener a largo plazo los servicios ambientales que proveen los ecosistemas marinos.

Por ejemplo, la producción anual de pescado, camarón, pulpo, etc.; la producción de oxígeno o los arrecifes de coral de gran atractivo turístico.

Secretarías como Semarnat, Sader y Semar pueden usar la información del atlas para establecer los niveles de contaminantes que no dañen a los organismos marinos. Haber tenido la oportunidad de integrar el trabajo de más de 60 investigadores en lo relacionado con contaminantes derivados del petróleo y sus efectos en la salud de los peces ha cambiado profundamente nuestra perspectiva del Golfo de México.

Este trabajo nos ha permitido ver cómo los organismos muestran signos de deterioro en su salud por la descarga de contaminantes a los ríos que posteriormente acaban en el mar. También por las consecuencias de actividades extractivas que tenemos mar adentro. Especialmente, derrames petroleros, principal motivo para la creación de este atlas.

Igualmente es importante mencionar que, dado que el Golfo de México es rico en petróleo, hay emanaciones naturales a las cuales se ven expuestos los organismos marinos.

Toda la información en este atlas se obtuvo en 11 campañas oceanográficas en la plataforma continental y en aguas profundas de la parte mexicana del Golfo de México.

Los mapas generados permiten ubicar fácilmente qué contaminantes o daños tuvieron los peces en la sonda de Campeche o el cinturón plegado de la frontera marina norte. Pero lo más importante es que la información es gratuita y accesible para todos en: https://cigom.org/en/noticias/atlas-de-linea-base-ambiental-del-golfo-de-mexico/.

Éste ha sido solo el primer paso para obtener un conocimiento profundo del Golfo de México. Aún faltan muchas cosas por hacer. Las dos tareas inmediatas son mantener un monitoreo constante de los principales contaminantes vertidos al mar y seguir estimando los efectos de estos contaminantes sobre los organismos.

Por tanto, es fundamental establecer un programa de monitoreo permanente de la condición ambiental del Golfo de México. Esto es costoso en términos monetarios. Una alternativa para lograr este programa requiere fusionar los presupuestos e infraestructura de distintas secretarías de Estado.

Ello permitiría conformar una entidad que tuviera a su cargo tanto la vigilancia de la normatividad ambiental marina (o su creación) como el monitoreo permanente de la zona económica exclusiva del Golfo de México.

Es necesario mencionar también las limitaciones del atlas. La principal: haberse restringido a contaminantes derivados del petróleo. Hay muchos otros contaminantes que deben ser incluidos porque pueden tener serias repercusiones en la salud de los humanos y de los organismos marinos.

Un caso relevante al respecto es el de los plaguicidas agrícolas y caseros, de los policlorobifenilos (PCBs), químicos presentes en las pinturas de barcos y estructuras oceánicas y en los transformadores eléctricos. Tampoco hay que olvidar las dioxinas, subproductos de la incineración de plásticos, como el PCV o derivados de reacciones de blanqueo de papel. Y por supuesto, los tan mencionados hoy en día: los bioplásticos.

Hay un largo camino por andar, pero se ha dado un primer paso fundamental para lograr la apropiación de nuestro golfo. Nadie puede apreciar lo que no conoce, y solo hasta hoy tenemos la gran fortuna de poder saber bajo qué condiciones viven los organismos marinos que habitan este gran ecosistema marino.

Sin duda, este volumen junto con los otros 10 tomos que forman la colección serán una piedra angular para lograr el uso sostenido y fructífero de nuestros recursos para las generaciones por venir. Y además, para acercar este conocimiento a la sociedad.

Víctor Manuel Vidal Martínez
y Leopoldina Aguirre Macedo
Cinvestav-Mérida
Correo-e: vvidal@cinvestav.mx

Tomado de: La Jornada Ecológica