Presentación

Iván Restrepo

Director del suplemento

Al sobrevolar sobre Tulum, en Quintana Roo, el presidente López Obrador se congratuló porque casi no había sargazo en el litoral de esa parte de Quintana Roo. El gusto duró poco pues una semana después comenzó a llegar en mayores cantidades. Se adelantó tres meses a lo previsto. Ya rebasó las previsiones que existían sobre su arribo y sobrepasó la capacidad para recolectarlo y enviarlo a un lugar seguro. Cuando los lectores de este suplemento disfruten los trabajos que sobre este enorme problema ambiental y social ofrecen calificados investigadores, el problema será muchísimo mayor.

Por muchos años, el sargazo llegaba a la franja litoral en reducidas cantidades y generalmente desaparecía por la acción del oleaje. Todo cambió a partir de 2015 cuando lo hizo en cantidades mayores, lo que activó la alarma entre los propietarios de los hoteles, prestadores de servicios turísticos comerciantes y pescadores ubicados en los nuevos polos turísticos: Cancún y la Riviera Maya, Tulum, Isla Mujeres, Cozumel, Holbox y la zona sur del estado de Quintana Roo.

Inicialmente, el gobierno mexicano reconoció que no existía ninguna estrategia para enfrentar un problema que también afecta a Cuba, Puerto Rico, Dominicana, Barbados, Antigua, Granada, Santa Lucía, Jamaica y cuatro países más del Gran Caribe.

Ese arribo cada vez más frecuente y voluminoso parece deberse al cambio de corrientes oceánicas, las tormentas más intensas ocasionadas por el cambio climático, el incremento de la temperatura del mar y los nutrientes que aportan los grandes ríos. Todo ello daría por fruto un crecimiento excesivo de las diferentes especies marinas. El origen del alga está a miles de kilómetros de distancia de nuestro país, por el rumbo de Las Bahamas, en aguas del Océano Atlántico, en el llamado Mar de Sargazo, cuya extensión suma 3.5 millones de kilómetros cuadrados.

Van casi 10 años de que en la franja litoral del Caribe mexicano el sargazo es un problema grave pues afecta especialmente a los polos turísticos más importantes. Y pese a tantos planes y promesas del sector público y los empresarios locales, no existe una estrategia global para evitar su llegada. Y en caso de hacerlo, recogerlo con las técnicas más adecuadas y depositarlo en sitios que garanticen que no causará ningún daño al medio ambiente en la península de Yucatán, donde se localiza el enorme acuífero maya, el más importante del país. Igualmente faltan los proyectos para utilizar el alga como insumo para diversas actividades económicas.

La Jornada Ecológica se ha ocupado de ofrecer los estudios más puntuales sobre el sargazo. Ante la llegada masiva que ahora se registra en el litoral de Quintana Roo, ofrecemos ahora los más recientes sobre el alga. Una manera de reconocer el trabajo que realizan los centros de investigación nacionales especializados en los temas marinos. Dedicamos los números de abril y mayo para exponerle a los lectores de manera clara el problema y posibles soluciones. Hemos contado para ello con el apoyo de los doctores Horacio de la Cueva y Eduardo Peters que laboran en el Centro de Investigación Científica y de Educación Superior de Ensenada, Baja California, CICESE, y el Consorcio de Investigación del Golfo de México, CIGoM. A ellos y a los demás colaboradores expreso mi mayor agradecimiento.

Número completo disponible en:

https://www.jornada.com.mx/2023/03/19/ecologica263.pdf