Jorge I. Euán Ávila, Abigail Uribe Martínez, María de los A. Liceaga Correa, Héctor Hernández Núñez, Neftaly Gijón-Yescas
La luz que ilumina los objetos sobre la Tierra se refleja de forma diferente en el agua, la vegetación y los suelos. Estos reflejos son captados por cámaras especiales colocadas en satélites que permiten registrar la magnitud de los reflejos y así determinar los objetos presentes.
Dos de las características de los instrumentos es su resolución espacial, que se refiere al tamaño del área de la cual se registrará el reflejo, también conocido como el tamaño del píxel, y la otra son las regiones de la luz ya sea luz visible o del infrarrojo de donde se captará la intensidad del reflejo, conocida como resolución espectral o bandas.
Los datos adquiridos se complementan con la capacidad del satélite para pasar por el mismo lugar, a lo que se denomina resolución temporal, ya sea que pase todos los días o cada semana. Esta tecnología es conocida como teledetección o percepción remota.
Para detectar el sargazo se aprovecha de sus propiedades como planta para que su reflejo sea registrado por teledetección. En este trabajo comentaremos sobre tres instrumentos cuyas características permiten la detección del sargazo a diferentes escalas espaciales y temporales ilustradas con imágenes frente a la costa del Caribe mexicano.
Sentinel 2, A y B
Son dos satélites idénticos del proyecto European Union’s Earth observation programme Copernicus (https://www.copernicus.eu/en) que orbitan la Tierra a una altura aproximada de 786 kilómetros, en un modo que se conoce como heliosíncrono o sincronizado con el sol.
Estas características permiten que las tomas realizadas con estos instrumentos sean más o menos a la misma hora, y revisitas sobre el mismo lugar con los dos satélites cada cinco días.
Los satélites llevan a bordo el sensor Multispectral Instrument (MSI) que permite adquirir información de un amplio rango de canales espectrales (similares a “colores”, incluyendo algunos que los humanos no podemos ver) con tamaños de píxel de 10 y 20 metros, bastante útiles para detectar balsas de sargazo considerablemente pequeñas. En un solo paso de estos satélites se puede observar toda la costa de Quintana Roo y hasta aproximadamente 150 kilómetros mar adentro, de tal forma que después de hacer diversos tratamientos a estas imágenes, se pueden generar los llamados índices de vegetación y algas flotantes.
Landsat 8 y 9
Estos satélites fueron puestos en órbita por Estados Unidos. Tienen la capacidad de medir en diferentes bandas tanto del visible como del infrarrojo en píxeles de 30 x 30 metros. Al moverse en su órbita, tienen una vista del territorio en una franja de 190 kilómetros de ancho conocidas como trayectorias, que son divididas cada 200 kilómetros asegurando un pequeño traslape entre ellas.
Los dos satélites tienen un intervalo de 16 días para volver al mismo lugar, pero si se combinan, el tiempo se reduce a ocho días. Esto quiere decir que con este par de satélites es posible monitorear semanalmente y en cualquier lugar la localización del sargazo.
El área de monitoreo se integra de dos trayectorias, la contigua a la costa que se extiende hasta los 180 kilómetros mar adentro y la más alejada de la costa, que inicia a 180 kilómetros y se extiende hasta los 360 kilómetros. Las imágenes descargadas de la plataforma https://earthexplorer.usgs.gov ilustran el nivel de detección de este instrumento con una selección de bandas que recibieron un tratamiento digital para resaltar el sargazo flotante.
Sentinel 3
Esta misión también es parte del proyecto European Union’s Earth observation programme Copernicus que opera en coordinación con Eumetsat (European Organization for the Exploitation of Meteorological Satellites) para colectar y distribuir imágenes satelitales, especialmente del mar.
Esta es una gran ventaja sobre otros sensores como Landsat o Sentinel 2, que fueron diseñados fundamentalmente para estudiar sistemas terrestres. Este satélite lleva varios sensores, entre los que está el OLCI (Ocean and Land Colour Instrument) con una gama de canales mucho más amplia.
Tiene un detalle espectral tan fino como para detectar pequeñas diferencias en el color del mar, que más allá de ser azul, varía de acuerdo con objetos flotantes incluyendo algas desde microscópicas que forman parte del plancton, hasta macroscópicas, como el sargazo.
Aunque este sensor genera información de 300 metros de tamaño de pixel, lo que se conoce como resolución moderada, tiene un periodo de revisita entre uno y dos días y genera datos en una sola toma de hasta 700 kilómetros fuera de la costa de Quintana Roo.
Estas características nos permiten conocer la distribución del sargazo casi todos los días en regiones considerablemente alejadas de la costa, con lo que podemos contribuir con otros especialistas en oceanografía, para pronosticar a dónde potencialmente pueden llegar a recalar esas balsas de sargazo con varios días de anticipación.
Las técnicas de percepción remota con sensores multiespectrales nos presentan oportunidades invaluables para observar grandes extensiones de mar y conocer en dónde está el sargazo en un momento dado para así aportar elementos a las herramientas predictivas que ayuden a anticipar las necesidades de personal, equipos, traslados, etc., así como los tiempos adecuados para instrumentar las medidas de manejo.
Estas medidas serán de gran utilidad para determinar zonas de colecta tanto en playas como en el mar y para el diseño y colocación de estructuras de desvío.
Es importante considerar que no son perfectas, ya que tienen grandes debilidades como que no pueden “ver” nada por debajo de las nubes (¡una gran desventaja en temporada de tormentas!) y que solo representan una instantánea del momento en que pasa el satélite, por lo que en ciertos periodos puede no existir información disponible que nos ayude a anticipar dónde anda el sargazo que puede llegar a nuestras costas.
A pesar de todo, las imágenes satelitales nos permiten generar productos que constituyen una fuente invaluable de información para cuantificar la presencia del sargazo, determinar su ubicación, establecer la posible recurrencia o preferencia de arribos a ciertas zonas y, lo más importante, para poder predecir su desplazamiento.
Número completo disponible en: https://www.jornada.com.mx/2023/03/19/ecologica263.pdf
Jorge I. Euán Ávila, Cinvestav-Mérida
Abigail Uribe Martínez, Instituto de Ingeniería, UNAM, unidad Sisal/CIGoM
María de los A. Liceaga Correa, Cinvestav-Mérida
Héctor Hernández Núñez, Cinvestav-Mérida
Neftaly Gijón-Yescas, Cinvestav-Mérida
Correo-e: jorge.euan@cinvestav.mx
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