En marzo de 2015 comenzó el proyecto oceanográfico más ambicioso y complejo propuesto en nuestro país (patrocinado por el Fondo Sectorial SENER-CONACYT-Hidrocarburos, bajo la responsabilidad del Consorcio de Investigación del Golfo de México -CIGoM- liderado por el CICESE), que busca en términos llanos generar en cinco años el conocimiento necesario para que cuando ocurra un derrame de hidrocarburos a gran escala en esta zona, las autoridades puedan establecer planes de contingencia y actividades de mitigación apropiadas.

Por ser el golfo terra ignota, la mayoría de estas perspectivas son estrictamente académicas, pero otras se han convertido en verdaderos desafíos tecnológicos y de manufactura. En especial lo que tiene que ver con el establecimiento de plataformas de observación oceanográfica que, cuando funcionen al 100 por ciento, estarán tomándole el pulso al Golfo de México en tiempo real y a una escala (de mesoescala) que hasta ahora no se ha podido estudiar.

Esta red de observatorios marinos y costeros estará compuesta por boyas oceanográficas superficiales de diferentes tipos, anclajes con sensores diversos, planeadores submarinos (gliders), sonares, radares convencionales, radares de alta frecuencia y de apertura sintética. Incluso se usará un vehículo operado remotamente (ROV) para tomar muestras del fondo marino.

Esta línea de acción, la primera de cinco que integran el megaproyecto, tiene a su vez 11 subproyectos de los cuales, el primero, “Establecimiento de observatorios del ambiente marino mediante una red de boyas oceanográficas y trampas de sedimentos en el Golfo de México”, no sería posible sin el trabajo que está desarrollando el taller de Metalmecánica del CICESE.

Tomado de: TODoS@CICESE