Autor(es): Roberto Ulises Cruz Aguirre
Créditos Fotos: CIGoM y archivo CICESE

El consejo directivo del Consorcio de Investigación del Golfo de México (CIGoM) determinó firmar un nuevo convenio de consorcio como figura jurídica que permita continuar la colaboración interinstitucional e interdisciplinaria iniciada durante el proyecto financiado por el Fondo Sectorial SENER-CONACYT de Hidrocarburos, y abrirla a otras universidades, centros de investigación e instituciones académicas mexicanas que quieran sumarse a esta iniciativa para entender y monitorear en el futuro los mares de México.

Los equipos de trabajo que han participado en el proyecto en los últimos cuatro años han logrado importantes avances en el conocimiento de la circulación y del gran ecosistema del Golfo de México, así como en el desarrollo de herramientas de observación y modelación útiles para la mitigación de posibles derrames de hidrocarburos de gran escala en este sistema marino. Además, han brindado servicios de consultoría sobre las líneas de base ambiental requeridas por regulaciones nacionales para las operaciones de exploración y explotación de la industria del gas y petróleo.

Esto lo informó el doctor Juan Carlos Herguera García, responsable técnico del CIGoM, al término de la cuarta reunión anual de evaluación de resultados celebrada en Mérida, Yucatán.

Entre los muchos aspectos que se abordaron destacó dos paneles que resultaron muy interesantes. Uno sobre Energía y Medio Ambiente en el que participaron los responsables de la Agencia de Seguridad, Energía y Ambiente (ASEA), del Instituto Nacional de Ecología y Cambio Climático y del Fondo de Hidrocarburos, en el que expusieron cuáles eran los planes a corto y mediano plazo de las agencias reguladoras y gubernamentales que dirigen.

En el otro se abordaron las prioridades de investigación y esfuerzos conjuntos México-Estados Unidos. Contó con la presencia del responsable del comité de evaluación de propuestas de la National Academy of Sciences (NAS), quien planteó los escenarios y planes de esta academia para los próximos 10 años.

Explicó que en el primer panel se tuvo, por primera vez, “una exposición pública de cuáles son los intereses de las agencias más cercanas a lo que estamos haciendo, porque están directamente implicadas con el monitoreo y la atención al gran ecosistema del Golfo de México”.

La ASEA, indicó, es la agencia reguladora que depende de la SEMARNAT; se coordina con la Comisión Nacional de Hidrocarburos para regular la parte ambiental de la exploración y explotación de hidrocarburos en el Golfo de México. “Estas tres agencias son centrales en las regulaciones sobre el golfo. No son las únicas porque también está la Secretaría de Marina (SEMAR), que tiene otras perspectivas, otros objetivos (…) pero sí queríamos conocer cuáles son sus líneas de trabajo para ver cómo podemos empezar una conversación con ellos para desarrollar, desde el CIGoM, el interés que ellos tienen”.

Respecto al panel de colaboraciones de México y Estados Unidos, indicó que la NAS tiene asignado un fondo muy importante para llevar a cabo investigaciones sobre el Golfo de México en las próximas décadas financiadas por sanciones impuestas a British Petroleum tras el desastre ocasionado por el derrame del pozo Macondo en 2010.

“Están implementando una investigación ambiental dirigida. Han empezado por proyectos que tienen que ver con la dinámica de la Corriente de Lazo desde el punto de vista físico, pero han dejado ver que sí hay interés de continuar con el componente biogeoquímico y ecológico. Pero ¿cuál es el interés por la Corriente de Lazo? Porque es uno de los motores principales que pone en movimiento la circulación del Golfo de México y sobre el que aún existen lagunas importantes de conocimiento. Las consecuencias de este motor también afectan a las instalaciones petrolíferas; los grandes remolinos que se liberan de la Corriente de Lazo y que navegan lentamente hacia los taludes submarinos de Tamaulipas, son fenómenos oceanográficos de riesgo para la industria del petróleo; ya que al pasar estos remolinos por las estructuras que sostienen las plataformas extractoras de hidrocarburos las someten a esfuerzos y tensiones que ponen en riesgo el funcionamiento de sus instalaciones. También el servicio de guardacostas de Estados Unidos requiere de una precisa predicción de cuál va a ser el destino y la dinámica que desencadenan estos remolinos así como de su origen en la Corriente de Lazo. Para entender esta dinámica, el año pasado la NAS ha abierto una convocatoria de proyectos con un fondo de 10 millones de dólares, en algunos de las cuales ha participado el CICESE. Esas propuestas ya se han evaluado, y ha habido una adjudicación de financiamiento a varias de ellas. Sabemos que va a haber más convocatorias y lo que queremos saber es de qué manera podemos participar y colaborar con otros equipos de científicos del norte del golfo”.

– Cuando dices “de que manera podemos”, ¿te refieres a CIGoM como el gran interlocutor ante las instituciones norteamericanas? ¿o a nivel institucional, así como se ha venido trabajando hasta ahora?

“No queremos ser exclusivos en eso. Si vamos a participar como CIGoM, perfecto, pero sabemos que el grupo Canek tiene un gran reconocimiento internacional por sus trabajos en el Golfo de México y a su vez participan en el CIGoM. No estamos cerrando la puerta a que grupos bien identificados dentro del CIGoM lo hagan también por su cuenta. ¡Hombre, nos gustaría que fuera CIGoM quien participara! Pero si hay grupos bien identificados dentro del consorcio que quieren participar por su cuenta, adelante, nosotros no ponemos ninguna limitación. El CIGoM en estos momentos existe para cumplir con un proyecto del Fondo de Hidrocarburos, pero lo que no queremos es excluir la posibilidad de que en el futuro también responda a otras propuestas, a otros servicios, porque durante este proyecto hemos generado una forma de trabajo interinstitucional e interdisciplinario para entender el Golfo de México y tenemos una excelente estructura de seguimiento y administrativa para poder hacer frente a ese desafío”.

En la reunión también se programaron cuatro talleres: Escenarios de Derrames; Corriente de Lazo y Canal de Yucatán; Sargazo y Petróleo, e Interacción Océano-Atmósfera, que fueron atendidos además de los grupos del CIGoM, también por personal de Petróleos Mexicanos (PEMEX).

El más aplicado y el que mayor interés despertó en el equipo de la paraestatal fue el de vulnerabilidad, entre otras razones por ser uno de los compromisos adquiridos por el proyecto: la entrega de estos escenarios de vulnerabilidad para diferentes poblaciones bióticas residentes en el golfo.

“Ese fue un gran taller, muy bien atendido, donde pudimos ver cómo están avanzando los grupos para establecer esos niveles de vulnerabilidad de distintos sistemas en el Golfo de México. Pero también somos conscientes de que eso no se puede quedar ahí; hay todavía que trabajar más allá de lo que es la vulnerabilidad para entrar en el riesgo, que es distinto y es un gran trabajo a desarrollar en el futuro.

“El taller lo que resaltó es qué ecosistemas son vulnerables, cómo se puede evaluar esa vulnerabilidad y qué herramientas tenemos para hacerlo, y poder ofrecer más adelante esos mapas, esa información, a tomadores de decisiones. No es solamente un ejercicio académico, sino un ejercicio muy práctico; es decir, por ejemplo, estas playas o esta laguna es crítica para las tortugas, y esto es lo que hay que hacer para minimizar el impacto de cualquier derrame. Quizá no sea en todas las playas o en todas las lagunas porque no se puede proteger todo el Golfo de México, pero sí el delimitar claramente qué lugares son muy vulnerables a ciertos impactos. Y sobre todo la fauna simbólica, la fauna emblemática, como pueden ser tortugas o grandes cetáceos, delfines o como puede ser la pesca del atún, que es una industria muy importante en el golfo. Quieras que no, todos esos componentes del sistema son importantes a proteger y en un momento determinado (los tomadores de decisiones) deben tener una idea de qué es lo que van a proteger y qué medios van a tener para hacerlo”.

– ¿Por este contexto es que deciden meter el tema del sargazo?

“El sargazo es un tema emergente en estos momentos. Es algo nuevo hasta cierto punto. Se ha empezado a producir como fenómeno de una forma importante, prácticamente desde 2015. Vemos que este año posiblemente podremos tener otro arribazón de sargazo muy importante, y eso plantea problemas severos en toda la costa del Caribe mexicano. También en el golfo, pero el impacto mayor, el más visual y el que más daño puede hacer económicamente, es el arribazón de sargazos a todas las playas del Caribe. La aproximación en ese taller fue a partir las herramientas observacionales y modelos que tenemos, ¿qué podemos hacer para predecir y anticiparnos a estas arribazones? No tanto el qué vamos a hacer una vez que lleguen, qué operaciones, porque las soluciones también tienen que venir de distintos agentes, sean agencias estatales, el gobierno federal, o también las empresas hoteleras o los gobiernos de los estados. Ese es otro nivel de organización; eso no se abordó porque no había representantes de ninguno de esos estamentos. Pero habrá que discutir con ellos. Por nuestra parte, el taller se enfocó más en qué herramientas tenemos, observacionales y de modelos, para poder pronosticar las arribazones y el destino del sargazo y que eso ayude a diseñar las mejores políticas de mitigación que pueda haber”.

La reunión sirvió también para que se presentaran los avances y resultados del proyecto que dio origen al CIGoM: “Implementación de redes de observación oceanográficas (físicas, geoquímicas, ecológicas) para la generación de escenarios ante posibles contingencias relacionadas a la exploración y producción de hidrocarburos en aguas profundas del Golfo de México”, el cual recibe financiación del Fondo de Hidrocarburos SENER-CONACYT por 1,500 millones de pesos. Concluye en 2020.

El proyecto se ha organizado en cinco grandes líneas de investigación cuyos responsables, al igual que el propio Juan Carlos Herguera, son investigadores del CICESE.

Dos semanas antes de la plenaria se reunieron durante tres días con la Subcomisión del Evaluación de este fondo sectorial, pues se cumplía ya con la segunda etapa del proyecto (pactada a dos años) y había que revisar los 7 entregables y 5 hitos que estaban comprometidos, además de todas las actividades en curso.

El doctor Herguera dijo que este año hubo un especial interés por parte del CONACYT de que en la reunión con el Subcomité de Evaluación no solo participaran miembros de PEMEX y de la SEMAR, que tradicionalmente participan, sino también de la ASEA, la CNH y académicos de universidades y del Instituto Mexicano del Petróleo (IMP), “de manera que en todo momento siempre había un experto o dos que sabían perfectamente del alcance de cualquiera de los hitos que estábamos presentando o de los entregables, y podían evaluarlo”.

En principio la subcomisión aprobó en general el cumplimiento de los hitos y entregables comprometidos para esta etapa. Sin embargo, hubo muchas preguntas; algunas se resolvieron ahí mismo, pero otros asuntos, como el pronóstico de la calidad del aire en el caso de un derrame que desarrollaron Cuauhtémoc Turrent (CICESE) y Agustín García Reynoso (Centro de Ciencias de la Atmósfera – UNAM), los miembros de la subcomisión pidieron acceso al modelo para probar cómo funciona bajo diferentes condiciones. Y en eso están ahora; respondiendo las observaciones más específicas planteadas por los miembros de la subcomisión.

En la reunión plenaria, además de las pláticas que ofrecieron los responsables de cada línea de investigación, se presentaron más de 100 carteles con resultados y avances bien específicos, que estuvieron muy bien atendidos la primera tarde de la reunión.

Otra sesión que Juan Carlos Herguera consideró como crítica tuvo lugar con directivos de PEMEX, ya que se abordó el asunto de la transferencia de productos (entregables e hitos) que está generando el proyecto. La intención fue presentar estos productos a la paraestatal, por ser la usuaria preferente del proyecto, ver cuál es su interés, e iniciar los procesos de transferencia de aquellos en los que estén interesados.

“Las transferencias van a ser muy diferentes, dependiendo del tipo de producto. No es lo mismo transferir unos mapas de alta resolución que hizo Carlos Mortera, del Instituto de Geofísica de la UNAM, que el atlas climatológico que desarrollaron Rosario Romero y Jorge Zavala, del Instituto de Ciencias de la Atmósfera, o el pronóstico de calidad del aire que mencionamos anteriormente. Cada uno de ellos tiene sus peculiaridades y cada institución tiene sus reglamentos y su regulación para transferir. Lo bueno de esta reunión es que por fin a PEMEX le queda claro que los dueños de esa información son las instituciones, y que se les puede transferir, de forma no exclusiva y onerosa”.

Sin embargo, aclara: “Puede ser hasta simbólica; no hace falta que haya un precio. Va a haber instituciones que lo transfieran de una forma muy barata a PEMEX, pero también puede haber instituciones que digan ‘esto tiene un precio y yo no lo puedo dar por menos’. Hay que tener en cuenta las regulaciones de cada institución. Lo que sí se avanzó en esa reunión es el reconocimiento por parte de PEMEX de que efectivamente nosotros somos dueños de la propiedad intelectual. Lo que sí que tenemos que hacer y estamos dispuestos, es a sentarnos con ellos para transferirles esos productos. Que puede haber distintos tipos de transferencia, desde decir ‘aquí tienes el programa y te voy a dar una capacitación para que lo puedas utilizar’, o ‘vas a necesitar generar un equipo de gente para poder operar los gliders’, por ejemplo. ‘Nosotros tenemos los operarios, la torre de control, tenemos los gliders; te vendemos el servicio. Te vamos a dar un precio especial, no te vamos a dar el precio comercial que le daríamos a BP o a Shell, pero mantener esto en funcionamiento tiene un costo; los salarios, cuesta llevar a la gente al campo, cuesta mantener los gliders. No puede ser gratis. Por lo tanto, esto es lo que costaría mantener tal grupo de gliders en tal zona’. Ese es el tipo de negociación que se tiene que establecer ahora. Y ya establecimos cinco productos en los que estaban muy interesados y ahí mismo se definió un calendario para arrancar esas negociaciones. Creo que eso fue muy positivo; no lo habíamos conseguido en los últimos cuatro años”.

Esto precisamente da lugar a cuestionar sobre el futuro que le espera al CIGoM, a un año de que concluya el mega proyecto que le dio origen.

“En la reunión del consejo directivo, varios directores manifestaron el interés de firmar un nuevo convenio de consorcio. Actualmente el CIGoM tiene el objetivo de cumplir con los entregables de este proyecto en particular. Más allá de eso, ya no tiene vida. Por eso nos hemos dado a la tarea de generar un consorcio con todos los miembros fundadores, pero abriendo las puertas a otras instituciones que participan en actividades del proyecto pero que, en un principio, no pudieron participar como miembros, para que firmen este nuevo convenio”.

El consenso fue entonces formar un consorcio como la figura jurídica que congregue a los grupos que han estado activos hasta ahora. Sin embargo, dependiendo de qué va a hacer el CIGoM a futuro, “no descartamos que en un futuro pueda ser una asociación civil o una sociedad anónima promotora de inversión (SAPI), dependiendo de la necesidad”.

Por ello destacó la próxima realización de un taller de planeación estratégica “para ver a qué cosas nos vamos a dedicar en un futuro; cuáles son los servicios o los proyectos más maduros que tenemos para ofrecerlos a agencias de gobierno o bien a empresas privadas, y trabajar a partir de ahí para mantener sus actividades o profundizarlas”.

Por ello cobra relevancia que el doctor Adolfo Contreras Ruiz Esparza, secretario técnico del Fondo de Hidrocarburos del CONACYT y la Secretaría de Energía, haya anunciado en el marco de esta reunión la necesidad de que México cuente con un servicio o agencia oceanográfica nacional que retome todo esto.

“Esa también fue una muy buena noticia, el interés expresado de esa necesidad. Siempre lo habíamos propuesto desde la academia al gobierno, y ahora vemos que hay una necesidad de que se cubra ese servicio, que hay un interés, y sabemos también que las actividades que ha realizado el CIGoM serían muy aplicables y se podrían transferir a esa agencia. Es un grupo germen, que está en la academia. Con esto no estamos diciendo que el CIGoM se encargue de la agencia, pero sí de que grupos que ha generado el CIGoM puedan trabajar para esa agencia”.

– ¿Y cómo queda el CIGoM de aquí a un año?

“Si esos grupos encuentran un lugar o un objetivo en dónde trabajar, o un mandato para hacer ciertas cosas, esos grupos ya sabemos que van a persistir en el tiempo. Lo que hay que ver es cuál va a ser el entramado administrativo de esa agencia. Si va a ser una agencia federal independiente, habría que analizar si esos grupos van a integrarse en la agencia o esa agencia va a contratar el servicio del CIGoM para poder realizar esas actividades. No está claro en estos momentos y vamos a ver cómo se desarrolla esto, para ver en qué modalidad puede quedar y poder tomar decisiones a partir de ahí”.

Tomado de: TODoS@CICESE