Rosa Elisa Rodríguez Martínez y Brigitta van Tussenbroek

El sargazo se ha vuelto muy abundante en el Océano Atlántico, es el mayor florecimiento de macroalgas registrado. Sus mantos están compuestos por dos especies de algas pardas (Sargassum fluitans y S. natans) que viven flotando, y son transportadas por las corrientes marinas, el viento y el oleaje. Su mayor abundancia se presentaba en el Mar de los Sargazos y algunas arribaban ocasionalmente al Caribe y al Golfo de México.

A partir de 2011, una cantidad excesiva de sargazo comenzó a llegar a las costas del Caribe. Las imágenes satelitales colocan su origen en una zona ahora llamada el Gran Cinturón de Sargazo del Atlántico. Éste se extiende desde África hasta el Golfo de México y en junio de 2022 su biomasa alcanzó el récord histórico de 24 millones de toneladas.

Varios estudios sugieren que estos eventos son resultado del cambio climático y del aumento en la concentración de nutrientes en el océano. Las llegadas masivas y recurrentes de sargazo al Caribe afectan la biodiversidad, la economía, el bienestar y la salud humana. En México, los arribos comenzaron a finales de 2014 y desde 2018 se han vuelto anuales, durando entre cinco y siete meses. El estado de Quintana Roo es el más afectado, principalmente en primavera y verano, cuando dominan los vientos provenientes del este y sureste. La cantidad que recala en las playas puede ser considerable; en el 2018, los hoteles ubicados en la zona norte del estado retiraron un promedio mensual de mil 852 metros cúbicos por kilómetro de playa.

La llegada de miles de toneladas de sargazo y su posterior descomposición han tenido un gran impacto en los ecosistemas costeros. Las playas pierden su belleza escénica y se erosionan. Los lixiviados (líquidos residuales, generalmente tóxicos, que se generan de las algas) y la materia orgánica transforman las aguas de un color turquesa a marrón, lo que disminuye el paso de la luz y el oxígeno, se modifica el pH, y aumenta la concentración de nutrientes, sulfuros y amonio. El deterioro en la calidad del agua provoca mortalidad de pastos marinos y de fauna, incluso en los arrecifes coralinos.

Además, los mantos de sargazo vienen acompañados de virus, bacterias y especies exóticas potencialmente invasoras, que podrían ser otra amenaza para los ecosistemas costeros, ya que algunas pueden producir infecciones a organismos marinos y también al humano.

El sargazo también absorbe elementos que pueden acumularse en concentraciones tóxicas. En particular preocupa el arsénico, porque se ha encontrado en concentraciones que superan los límites tóxicos. El sargazo también puede acarrear cadmio, plomo y mercurio, metales que pueden incorporarse a las cadenas tróficas de pastizales marinos y arrecifes.

La mala o nula disposición que se hace del sargazo en México también representa un riesgo para otros ecosistemas, como manglares, selvas y acuíferos, y además para la salud humana ya que las algas terminan en tiraderos clandestinos o en sitios de depósito inadecuados, a partir de los cuales es posible contaminar los acuíferos que representan la principal fuente de agua dulce en la península de Yucatán.

Otro riesgo a la salud humana es la producción de gas de ácido sulfhídrico durante la descomposición del sargazo, ya que puede provocar enfermedades respiratorias y neurológicas.

El recale masivo de sargazo también impacta la economía, ya que resulta en la devaluación de las propiedades en las playas y afecta a la industria turística. El costo anual de la limpieza del sargazo en el Caribe mexicano representa un gasto entre 129 y 285 mil dólares por kilómetro de playa, únicamente en salarios y transportación a sitios de disposición.

Las perspectivas a futuro sobre este fenómeno no son alentadoras considerando que su recurrencia en el Caribe apunta a que se trata de la “nueva normalidad”. Además, las imágenes de satélite sugieren que es posible que la cantidad de algas arribando a las playas seguirá aumentando. Varios centros de investigación nacionales estudian este fenómeno, revisando aspectos como la biología y ecología de las algas, los factores que determinan su transporte oceánico y sus usos potenciales.

Desafortunadamente, los esfuerzos son insuficientes para evitar los daños provocados por la acumulación de las enormes masas algales en descomposición. El manejo de este fenómeno es complejo y representa un reto que requiere una respuesta coordinada de todos los sectores involucrados (gobiernos, academia, empresas y la sociedad civil). Una vez que se logre realizar un manejo adecuado del sargazo seguirá el reto de recuperar y restaurar los ecosistemas costeros del Caribe mexicano.

Rosa Elisa Rodríguez Martínez
y Brigitta van Tussenbroek
Unidad Académica de Sistemas Arrecifales-Puerto Morelos, Instituto de Ciencias del Mar y Limnología, Universidad Nacional Autónoma de México
Correo-e: rosaer@cmarl.unam

Número completo disponible en:

https://www.jornada.com.mx/2023/03/19/ecologica263.pdf