Hace 10 años, cerca de 5 millones de barriles de petróleo se derramaron en el norte del Golfo de México tras ocurrir una explosión en la plataforma Deep Water Horizon. Hoy, en 2020, científicos del CICESE adscritos al Consorcio de Investigación del Golfo de México (CIGOM), se aproximan a conocer la vulnerabilidad ecológica de 11 regiones marinas del golfo, con la finalidad de saber cómo actuar en caso de presentarse otro derrame de hidrocarburos.

Como los planes de exploración petrolera en el Golfo de México continúan – e incluyen operaciones de extracción, refinación, transporte y almacenamiento-, evaluar la vulnerabilidad de los ecosistemas marinos y determinar el potencial de impacto de derrames de petróleo en aguas y costas mexicanas resulta esencial para elaborar estrategias de respuesta y mitigación a partir de la investigación científica. Tan solo en abril de 2020, el promedio diario de extracción de crudo a cargo de Petróleos Mexicanos en la región marina fue de 1.40 millones de barriles de crudo.

El gran reto de evaluar el riesgo ecológico y la vulnerabilidad de la parte mexicana del Golfo de México y el mar Caribe es la diversidad de ecosistemas y especies que ahí habitan. De esto informó la Dra. Luz Erandi Saldaña Ruiz, posdoctorante del Departamento de Oceanografía Biológica del CICESE, durante el seminario “Vulnerabilidad ambiental de ecosistemas marinos del Golfo de México ante derrames de petróleo de gran escala. Una aproximación específica.”

¿Cómo calcular el riesgo ecológico del Golfo de México?

El equipo del Laboratorio de Ecología Pesquera del CICESE, en el cual trabaja la Dra. Saldaña, realizó un análisis de riesgo ecológico para evaluar los efectos ambientales de un derrame de hidrocarburos en el golfo cuantificando la distribución del daño al ecosistema.

Para ello utilizaron un modelo de vulnerabilidad y riesgo ecológico, a partir de una metodología que implementó la Administración Nacional Oceánica y Atmosférica de EEUU (NOAA) en 2014. Este modelo combina las mediciones de vulnerabilidad de los hábitats y la vulnerabilidad de las especies para calcular la vulnerabilidad ambiental.

Posteriormente estimaron el riesgo ecológico al combinar los resultados de la vulnerabilidad ambiental con los escenarios de derrame de seis puntos del Golfo de México candidatos a exploraciones de petróleo; para lo que determinaron 11 regiones geográficas en su Zona Económica Exclusiva (Figura 1):

Regiones del Golfo de México

Figura 1. A) Localización de las regiones del sur del golfo de México y el mar Caribe mexicano: GM_1) Estuarina de la Laguna Madre y plataforma de Tamaulipas, GM_2) Nerítica Veracruzana, GM_3) Nerítica Tabasqueña, GM_4) Nerítica interior de Campeche y Yucatán, GM_5) Talud del Caribe mexicano, GM_6) Cuenca de Yucatán, GM_7) Frontera Corriente de Yucatán, GM_8) Nerítica exterior de Campeche y Yucatán, GM_9) Región oceánica de la bahía de Campeche, GM_10) Planicie del sur del GM y GM_11) Talud profundo del GM. B) Áreas Naturales Protegidas de México incluidas en este análisis. Fuente: elaboración propia por Luz Erandi Saldaña Ruiz.

Los hábitats costeros y de fondo de estas regiones fueron caracterizados a partir del Índice de Sensibilidad Ambiental y el Código Administrativo de Washington, un documento que se encarga de evaluar los impactos del petróleo para estimar compensaciones, en caso de ocurrir un derrame. Se identificaron por su tipo de costa: arenosa, rocosa, marisma; así como por vegetación, exposición al oleaje y su elevación en relación el mar. Los hábitats de fondo oceánico se caracterizaron por su tipo de sustrato: fondos blandos o duros, la presencia de vegetación acuática sumergida y su profundidad.

La vulnerabilidad de los hábitats costeros se estudió a partir de tres efectos del petróleo: su toxicidad aguda, para medir los efectos adversos que resultan de la exposición a éste; sus lesiones mecánicas, para conocer el daño que causa el petróleo al hábitat por sus características físicas, ya que suele ser grueso, viscoso y tiende a recubrir plantas y sustratos a un nivel que causan lesiones físicas; así como la persistencia del hábitat al petróleo, es decir, qué tan capaz es de arrastrar el petróleo y retenerlo.

En este análisis, el equipo de investigación consideró 90 especies para medir la vulnerabilidad de la fauna de cada región. Las especies fueron seleccionadas a partir de la distribución que habitan, y se consideraron las endémicas, las que se encuentran bajo algún estatus de protección especial y aquellas que tienen una amplia variedad de roles ecológicos. Como resultado se incluyeron 15 especies de invertebrados, 15 de peces costeros, 20 peces pelágicos, 4 tortugas, 24 aves marinas y 12 mamíferos marinos.

La vulnerabilidad de cada especie se obtuvo a partir de tres parámetros: la abundancia relativa, considerando patrones migratorios, agregaciones y modelos de nichos ecológico; su potencial de impacto, para estimar el nivel de afectación del petróleo sobre cada una de las especies al momento de encontrarse, y el potencial de recuperación, para evaluar el tiempo que le toma a cada población.

Para estimar el riesgo ecológico se combinó la vulnerabilidad ambiental de las 11 regiones con escenarios de derrame de petróleo en seis puntos que tienen mayor probabilidad de ser explorados para extraer petróleo. “Dentro de los escenarios de posibles derrames, cada uno de estos puntos representa la probabilidad de encontrar una partícula de petróleo en la superficie del mar, en un tiempo determinado, después de ocurrido un derrame, tomando en cuenta condiciones oceanográficas durante el periodo de modelación”, explicó la Dra. Saldaña. Dijo que se utilizaron escenarios de derrame de petróleo crudo con el fin de considerar el peor de los casos, ya que este tipo de crudo tiene una alta persistencia en el ambiente y sedimentos, así como una toxicidad crónica y mayor potencial de bioacumulación.

Informó que los valores más altos de vulnerabilidad se observaron en las regiones localizadas a lo largo de la zona costera, debido a la alta heterogeneidad de hábitats que incluye bosques de mangle, praderas, parches de pastos marinos y lagunas salinas, y que esto se debe a que tienen un alto potencial para retener el petróleo por periodos largos, a causa de las corrientes de marea y oleaje de baja intensidad, responsables de depositar y retener a los sedimentos.

Regiones 1 y 3, las más vulnerables

La vulnerabilidad ambiental más alta se detectó en la región de la Laguna Madre y la plataforma de Tamaulipas (región 1) y en la zona nerítica de Tabasco (región 3) (Figura 2).

La región 1 se caracteriza por tener un relieve moderado y la presencia de pastos marinos y mangle, en los que se acumulan los contaminantes. Recibe agua salobre que aportan las cuencas de los ríos Bravo, San Fernando y Soto La Marina. El mangle es un área importante para la reproducción, crianza, alimentación y protección de larvas y juveniles de peces e invertebrados, de especies de tortugas y mamíferos marinos. Además, es un sitio con alta diversidad de aves residentes y es un área importante para especies migratorias. Su zona costera cuenta con humedales importantes.

La región 3, por su parte, posee extensos bosques de mangle y abundante vegetación acuática sumergida, conformada por pastos marinos y diferentes especies de macroalgas.

La Dra. Erandi Saldaña destacó que las regiones 4, 5 y 8 cuentan con alta biodiversidad y variedad de hábitats susceptibles a derrames de petróleo. A pesar de que su vulnerabilidad ambiental no fue tan alta como en las regiones 1 y 3, debe ser tomada en cuenta porque son zonas de gran importancia pesquera.

Un derrame de hidrocarburos en estas regiones las convierte en sitios críticos para especies con bajo potencial de recuperación, como la garza rojiza, la cacerola de mar, el caballito de mar estriado, el cachalote, el manatí y las tortugas caguama, verde, carey y lora.

También es importante destacar a la región 11, aseguró la Dra. Saldaña, donde se obtuvieron valores de vulnerabilidad alta para especies de mamíferos marinos y peces pelágicos mayores. Sin embargo, la biodiversidad y la presencia de tipos de hábitats sensibles a derrames de petróleo fueron muchísimo menor en comparación con las zonas costeras.

Vulnerabilidad ambiental

Figura 2. Vulnerabilidad ambiental de cada una de las regiones (GM_1 a GM_11) del sur del GM y mar Caribe mexicano. Fuente: elaboración propia por Luz Erandi Saldaña Ruiz.

Los resultados permiten determinar que el riesgo ecológico es mayor en las zonas costeras (Figura 3). “Es importante mencionar que las regiones 4 y 5 resultaron con bajo riesgo a todos los escenarios de derrame, debido a un bajo o nulo traslape entre los escenarios de derrame. Sin embargo, la vulnerabilidad ambiental estimada para estas regiones es alta, por lo que es relevante considerarla al momento de planear extracciones de petróleo”, mencionó. Esta información es clave para identificar sitios que necesitan planes de contingencia que ayuden a reducir el daño y los impactos negativos para el ecosistema en caso de incidentes.

Figura 3. Riesgo ecológico por región (GM_1 a GM_11) a los escenarios de derrames de petróleo en seis puntos (P1-P6) de futuras exploraciones petroleras. Fuente: elaboración propia por Luz Erandi Saldaña Ruiz.

Sobre el CIGOM

El contenido de este seminario deriva del subproyecto “Vulnerabilidad ecológica del hábitat y biota de los ecosistemas marinos ante los derrames de petróleo”, de la línea 5 del CIGOM, que es la encargada de generar escenarios posibles de derrame de hidrocarburos bajo el liderazgo de la Dra. Paula Pérez Brunius, investigadora del CICESE.

La evaluación y análisis realizados en este subproyecto se basaron en la consulta de múltiples fuentes de información: evaluaciones poblacionales, artículos científicos, tesis, literatura gris, bases de datos de avistamientos y abundancia, reportes técnicos, documentos de descripción de las costas del Golfo de México y se emplearon sistemas de información geográfica para elaborar mapas que ilustran los resultados. En todo ello participó el equipo del Laboratorio de Ecología Pesquera del CICESE, bajo la responsabilidad del Dr. Oscar Sosa Nishizaki.

El CIGOM inició actividades en 2015 para implementar redes de observación oceanográficas para la generación de escenarios ante posibles contingencias relacionadas con la exploración y producción de hidrocarburos en aguas profundas del Golfo de México. Este megaproyecto se conforma de 300 investigadores que pertenecen a 11 instituciones mexicanas dedicadas a los estudios del mar, y es financiado por el Fondo de Hidrocarburos del Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología y la Secretaría de Energía (CONACYT-SENER).

Aún se desconoce con exactitud la magnitud de los daños al ecosistema marino que provocaron los derrames de hidrocarburos como el Ixtoc, ocurrido en 1976 en la zona costera de Campeche y en 2010 al norte del Golfo de México en la plataforma Deep Water Horizon. Este consorcio y sus proyectos de investigación surgieron a causa de la falta de información para entender el golfo a gran escala. Antes del CIGOM, poco se sabía sobre la naturaleza y dinámica del Golfo de México, por lo que este estudio proyecta a la oceanografía mexicana a las grandes ligas de las ciencias del mar.

Referencias:

  • Gulf of Mexico Research Consortium (2020) Publications: cigom.org
  • Reich, D. A., Balouskus, R., McCay, D. F., Fontenault, J., Rowe, J., Singer-Leavitt, Z., Etkin, D. S., Michel, J., Nixon, Z., Boring, C., McBrien, M., y Hay., B., (2014) Assessment of Marine Oil Spill Risk and Environmental Vulnerability for the State of Alaska. Seattle, Washington, U.S.A.: National Oceanic and Atmospheric Administration Restoration Center. 102 p.

Tomado de: TODoS@CICESE