Investigadores del Consorcio de Investigación del Golfo de México (CIGoM) buscan recursos para que este proyecto de observación oceanográfica se convierta ahora en un servicio permanente que permita conocer más sobre las aguas nacionales, pero sobre todo, que contribuya en la toma de decisiones frente a desastres como un derrame de petróleo.
El 20 de abril de 2010 hubo una falla en el pozo Macondo, lo que provocó la explosión de la plataforma Deepwater Horizon, ubicada cerca de las costas de Luisiana, Estados Unidos. El problema se extendió por 87 días, tiempo en el que quedaron casi 800 millones de litros de crudo en el mar, lo que implicó afectaciones a la flora y fauna.
“El derrame también fue un parteaguas lo mismo para la industria de hidrocarburos que para la comunidad científica. A la industria de hidrocarburos le puso en evidencia los problemas técnicos que aún tenían por resolver a mil 500 metros de profundidad, también las empresas se dieron cuenta que desconocían en gran medida cómo funcionaba el gran ecosistema del Golfo de México y, sobre todo, cómo podía afectar un derrame al funcionamiento de ese ecosistema”, explica en entrevista Juan Carlos Herguera, investigador del Centro de Investigación Científica y Educación Superior de Ensenada (CICESE).
Fue entonces que Petróleos Mexicanos (Pemex) decidió destinar recursos para obtener información sobre el funcionamiento del Golfo y saber cómo actuar frente a un derrame petrolero, y en 2015, el Fondo Secretaría de Energía-Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología de Hidrocarburos lanzó una convocatoria gracias a la que se conformó el Consorcio de Investigación del Golfo de México (CIGoM), proyecto al que se sumaron alrededor de 350 investigadores, más de 400 estudiantes e instituciones como la UNAM, el Instituto Politécnico Nacional, el Cinvestav y el CICESE, among others.
Herguera dice que le invitaron a formar parte del CIGoM pues él y los otros investigadores ya habían realizado estudios en el Golfo: “Los miembros del CICESE nos dimos cuenta que, por ejemplo, teníamos muy poca información para poder evaluar un impacto (tras el derrame)”.
En un inicio, detalla el investigador, se plantearon varios cuestionamientos, entre ellos ¿cómo observamos el océano?, ¿cómo se propaga un derrame de hidrocarburos?, ¿cuál es el estado actual del gran ecosistema del Golfo de México?, ¿cuáles son los mecanismos y actores que sostienen esa gran biodiversidad en el Golfo?, y ¿cuál es el potencial del Golfo para degradar hidrocarburos?
Así fue que emprendieron las investigaciones para poder responder a las preguntas iniciales, y ahora, tras siete años de labor, hay mayor información, pues, por ejemplo, investigadores detectaron gran variedad de bacterias que destruyen hasta en 100% a los hidrocarburos.
“Posiblemente el proyecto acabe en junio y por eso nuestro interés es ver cómo hacemos todos estos trabajos sustentables, pues no podemos ir detrás de los acontecimientos. También hemos desarrollado herramientas que nos permiten anticiparnos, además podemos abordar otros problemas que no son derrames de hidrocarburos, por ejemplo, el problema del sargazo, de hecho, estamos en condiciones de poder observar cómo y cuándo va a arribar el sargazo en todo el litoral de Quintana Roo”, sostiene el investigador del Centro de Investigación Científica y Educación Superior de Ensenada.
Pero para evitar que termine el proyecto, buscan tener un financiamiento continuo: “Estamos trabajando para que sea un programa continuo, porque el océano es cambiante y sabemos que hay condiciones emergentes del océano. Proponemos seguir observando el océano y pronosticar los fenómenos. Esto sería como tener al Servicio Sismológico Nacional. Estamos en negociación con las distintas agencias de gobierno para ver cómo nos organizamos y proveer este servicio a nivel nacional”, dice Juan Carlos Herguera.
Tomado de: El Universal
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