Eduardo Cuevas, Sandra A. Gallegos Fernández, Jorge A. Trujillo Córdova, Abigail Uribe Martínez
Las tortugas marinas se encuentran en peligro de extinción principalmente por el aprovechamiento desmedido en el pasado para el consumo de su carne, huevos y el aprovechamiento de la concha de carey.
Actualmente, por prácticas pesqueras no sustentables y la degradación de sus hábitats críticos estas especies siguen en riesgo de extinción, por lo que en nuestro país están protegidas por la norma oficial mexicana NOM-059-SEMARNAT-2010.
Todas las especies de tortugas marinas pasan más del 95 por ciento de su vida en el mar, tienen etapas migratorias y de dispersión en distintos momentos de su ciclo de vida, ocupando hábitats diversos, incluyendo playas arenosas, pastos marinos, zonas arrecifales, deltas de ríos, manglares, aguas costeras y oceánicas.
La reducción de sus poblaciones tiene repercusiones en los ecosistemas que ocupan, donde realizan funciones ecosistémicas como el transporte de nutrientes del mar a las playas, la regulación de especies potencialmente invasoras y el secuestro de carbono por los pastos marinos.
Actualmente, las tortugas marinas son objeto de aprovechamiento no extractivo en algunas localidades costeras, donde se pueden observar en sus hábitats marinos durante la anidación o cuando emergen las crías de sus nidos, consolidándose como factores de bienestar para comunidades costeras.
Cuando las crías emergen de sus nidos ingresan al mar y se dispersan utilizando las corrientes marinas para alcanzar agregaciones de vegetación acuática, especialmente el sargazo pelágico, donde se establecen por al menos de dos a cinco años.
Durante este tiempo, las tortugas se desarrollan en estos ecosistemas flotantes donde encuentran refugio, alimentándose incluso del mismo sargazo y de organismos con los que coexisten, compartiendo el espacio con especies endémicas al sargazo pelágico como el pez sargazo (Histrio histrio), el camarón sargazo (Latreutes fucorum) y el nudibranquio sargazo (Scyllaea pelagica), y con juveniles de peces de alto interés ecológico y económico (atunes, tiburones, anguilas, picudos, pez dorado).
Este ecosistema conforma un oasis de vida en el inmenso océano, este último es un desierto marino en las zonas oceánicas remotas.
Asimismo, el sargazo funciona como un dispersor de biodiversidad, facilitando el intercambio de información genética de especies y el transporte de nutrientes entre ecosistemas costeros y oceánicos.
La relevancia del ecosistema sargazo pelágico se reconoce con su nombramiento en el 2002 como “Hábitat esencial para los peces” por el South Atlantic Fishery Management Council de los Estados Unidos, así como por la Comisión del Mar de los Sargazos y la Convención Interamericana para la Protección y Conservación de las Tortugas Marinas por ser hábitat crítico de estas especies.
La Ley General de Vida Silvestre de México establece en su Artículo 63 (2010) que “Los hábitats críticos son áreas específicas terrestres o acuáticas, en las que ocurren procesos biológicos, físicos y químicos esenciales… Son áreas que regularmente son utilizadas para alimentación, depredación, forrajeo, descanso, crianza o reproducción, o rutas de migración”.
Las balsas de sargazo son un hábitat crítico para las tortugas marinas en donde cumplen un estadio de vida esencial en los océanos, pero no cuando el sargazo se acumula y descompone en las playas, donde ocasiona daños ambientales y a la salud humana.
Se requiere de mayor conocimiento sobre la distancia mínima a la costa para que las balsas mantengan su función ecosistémica.
En Antigua, Colombia y Cuba se ha reportado que la acumulación de sargazo pelágico en las playas de anidación de tortugas marinas evita que las hembras reproductoras alcancen sus sitios de anidación, entorpece el recorrido de las crías recién emergidas hacia el mar e incrementa su riesgo de deshidratación y de depredación al sortear estas acumulaciones de sargazo, a la vez que modifica la temperatura de incubación de sus nidadas.
En México no se reportan impactos significativos sobre las tortugas marinas derivados de la acumulación de sargazo en sí, pero sí se reportan impactos severos derivados de su contención en mar (con barreras), recolección y manejo en playa. La remoción del sargazo en playa con vehículos pesados provoca la compactación de la arena al grado que una tortuga anidante no pueda cavar su nido, además de los accidentes de atropellamiento de crías y la destrucción de nidadas.
Durante la contención del sargazo en mar con barreras, algunos diseños de flotadores se vuelven trampas en las que quedan atrapadas las crías, muriendo por quedar atrapadas o ser depredadas.
Asimismo, si estas barreras se colocan en zonas de anidación, estas barreras impiden el paso de hembras a sus playas. Estos impactos son mucho más severos que el impacto por la acumulación de sargazo en sí misma.
La Secretaría de Medio Ambiente y Recursos Naturales (Semarnat) publicó en el 2021 los Lineamientos técnicos y de gestión para la atención de la contingencia ocasionada por sargazo en el Caribe mexicano y el Golfo de México, especificando acciones de manejo y buenas prácticas que disminuyen los impactos sobre las tortugas marinas y sus hábitats críticos, lo cual representa un sólido avance.
Sin embargo, es necesario que estos lineamientos se revisen frecuentemente, se retroalimenten y adapten en colaboración con especialistas en tortugas marinas.
Los comités estatales para la protección y conservación de las tortugas marinas son órganos multi-institucionales y multidisciplinares para la protección y conservación de estas especies.
Estos comités agrupan a numerosos actores clave que cuentan con experiencia de décadas sobre las técnicas y especificaciones adecuadas para el manejo de hábitats críticos, así como con los datos históricos para evaluar y monitorear cambios asociados con el manejo del sargazo.
Finalmente, es primordial un manejo integral de la problemática que lleve a la atención de la grave acumulación de sargazo, identificando alternativas de manejo que permitan la continuidad de los procesos ecológicos en los ecosistemas del Caribe mexicano; principalmente para especies como las tortugas marinas que son prioritarias para la conservación en México y en las que se han invertido centenas de millones de pesos por décadas en su restauración, además del cumplimiento de compromisos internacionales de protección de sus poblaciones y de hábitats marino-costeros.
Eduardo Cuevas
Conacyt-Cinvestav/UABC
Sandra A. Gallegos Fernández
CIGoM
Jorge A. Trujillo Córdova
CIGoM
Abigail Uribe Martínez
Instituto de Ingeniería, UNAM, unidad Sisal/CIGoM
Correo-e: eduardo.cuevas@uabc.edu.mx
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