El negro impacto ambiental de los derrames de petróleo
Mérida, Yucatán. 19 de junio de 2017 (Agencia Informativa Conacyt).- Como parte del Consorcio de Investigación del Golfo de México (CIGoM), el Laboratorio de Parasitología del Centro de Investigación y de Estudios Avanzados del Instituto Politécnico Nacional (CINVESTAV IPN) se encarga de estudiar el efecto que pueden tener los derrames de petróleo en organismos acuáticos, tanto hospederos como parasitarios.
El proyecto se realiza en el marco del proyecto más grande en el que participa la Unidad Mérida del CINVESTAV, titulado “Implementación de redes de observaciones oceanográficas (Físicas, Geoquímicas, Ecológicas) para la generación de escenarios ante posibles contingencias relacionadas a la exploración y producción de hidrocarburos en aguas profundas del Golfo de México”, que cuenta con el financiamiento por el Fondo Sectorial Hidrocarburos del Consejo Nacional de Ciencia, Tecnología e Innovación y la Secretaría de Energía (Conacyt-Sener) y es coordinado a nivel nacional por el Centro de Investigación Científica y de Educación Superior de Ensenada (CICESE).
De acuerdo con Víctor Vidal Martínez, profesor investigador del Laboratorio de Parasitología del Cinvestav Mérida, entre los organismos hospederos se estudian mayoritariamente peces lenguados debido a que viven en el fondo del mar. “Es a donde el petróleo va a llegar después de que el derrame esté en la superficie; va a migrar, caer directo al fondo, ahí se deposita en el sedimento y los peces van a estar en contacto directo con ese sedimento contaminado en una cierta cantidad de tiempo”, señaló.
Con esto se observan los daños que el hospedero puede tener en tejidos, piel, hígado, riñón, bazo y en branquias, órganos que se consideran buenos indicadores del efecto que pueden tener estos contaminantes sobre los organismos.
“Son los órganos relacionados con el metabolismo o con la producción de nuevas células de la línea roja y de la línea blanca; los que están relacionados con la resistencia del organismo ante el medio; el sistema inmune; y son a partir de lo que respiran”, indicó.
En la zona marina de Yucatán se estudian alrededor de 30 especies de peces lenguados y en el polígono de Perdido existen entre 15 y 17 especies. “A todos estos los procesamos para poder averiguar su ciclo de vida y poder identificarlos a nivel de especie, tanto desde el punto de vista molecular como desde el punto de vista morfológico”, indicó el investigador.
Parásitos como indicadores ambientales
Aunque comúnmente los parásitos se consideren nocivos, en el medio natural son parte del conjunto global de la fauna y pueden resultar buenos indicadores de impacto ambiental, como cualquier otro organismo de vida libre.
Las diferentes especies de parásitos que pueden estar en un hospedero individual -ya sea en un pez o en una muestra de hospederos en una localidad- representan un número relativamente reducido. De manera particular, los investigadores del laboratorio se especializan en helmintos, un grupo grande al que pertenecen las lombrices y las tenias (conocidas comúnmente como solitarias)
“Es mucho más fácil estudiarlos porque se puede saber qué nombre tienen, qué ciclo de vida, cuántas larvas normalmente pueden tener para poder mantener su ciclo de vida viable y son relativamente más sencillos de trabajar que algunos organismos de vida libre, que también son considerados buenos indicadores”, señaló Vidal Martínez.
La fauna bentónica (que vive en el fondo del mar) es considerada comúnmente un buen indicador, pero tiene una diversidad alta en zonas tropicales como la península de Yucatán. “La idea es que como los parásitos son más sencillos de estudiar en cuanto a que son menor número de especies. Hace aproximadamente entre 400 y 300 años que se ha trabajado mucho de su biología, por lo que tenemos un enorme acervo bibliográfico para poder inferir al menos sus ciclos de vida sino los conocemos perfectamente”, indicó el investigador.
Cambios en el número de población
Dado que los parásitos viven de otros hospederos, un desbalance en el medio natural puede provocar el crecimiento de algunos organismos en una cantidad tan grande que no haya forma de regularlos. Por otra parte, los cambios en el número de parásitos pueden ser un indicador de que el hospedero está inmunosuprimido por haber estado en un ambiente contaminado.
“Hay una ley en parasitología que dice que al perro más flaco se le suben todas las pulgas. Un pez flaco va a ser asesinado prácticamente por los parásitos porque no hay forma de regularlos desde dentro del pez, que sería su sistema inmune o sus defensa”, describió el investigador.
Los cambios en la cantidad de peces afectan también las cantidades relativas de parásitos. Esos cambios constituyen indicadores de un nivel de respuesta de la población de hospederos y de la población de parásitos, según explicó..
Al determinar la carga parasitaria se podrá establecer si bajo condiciones de deterioro ambiental los parásitos pueden actuar como estresores adicionales facilitando la mortalidad del pez hospedero. Así también, al poder o no completar sus ciclos de vida, los parásitos actúan como indicadores de impacto ambiental en zonas de derrames petroleros.
Para determinar el estado de salud de estos organismos, esta línea de investigación se complementa con el estudio de metabolitos de hidrocarburos a cargo del doctor Omar Zapata, así como el estudio de daños a nivel genético y celular a cargo de la doctora Rossana Rodríguez.
Medición de bioacumulación en parásitos
Actualmente se consideran un mejor indicador las concentraciones de contaminantes que presentan los parásitos en comparación con los hospederos, pero la implementación de las metodologías para su estudio representa altos costos de infraestructura científica.
De acuerdo con Vidal Martínez, Investigador Nacional nivel III, la ventaja que representa el estudio de los parásitos en comparación con los hospederos radica principalmente en que el metabolismo de los vertebrados son mucho más eficientes en la eliminación de sustancias nocivas.
Por ejemplo, cuando una persona fuma, las sustancias que entran al organismo van directamente a los órganos que metabolizan y se hidroxilan, es decir, se descomponen en sustancias más sencillas para poder sacarlas del cuerpo. En el caso de los peces, los investigadores han medido los metabolitos de hidrocarburos para estudiar este mecanismo.
“La idea es que los parásitos también pueden deshacerse de ciertas sustancias mediante su metabolismo, pero no son tan eficientes como los peces, sus mecanismos no son tan efectivos y empiezan a acumular una buena cantidad de estos contaminantes de forma tal que pueden ser mucho mejor indicador de un proceso que se llama bioacumulación”, indicó.
En el Laboratorio de Parasitología se busca desarrollar esta línea para detectar las concentraciones de contaminantes y el tipo de metabolitos que desarrollan los peces y los parásitos para su defensa, pero requieren de grandes fondos para poder realizar las técnicas de análisis químicos de las microcantidades de biomasa a estudiar.
Estudios en las zonas profundas
El CINVESTAV Mérida ha estudiado por más de una década las zonas someras (de no más de 300 metros de profundidad) de la península de Yucatán a través de servicios ambientales prestados a Petróleos Mexicanos (PEMEX), en los que han participado 17 laboratorios del Departamento de Recursos del Mar que se especializan en el estudio de tejidos de hospederos y parásitos, productividad primaria, poblaciones de peces, zooplancton, variables físico-químicas del agua y de los sedimentos, entre otros.
El reto que se presenta para los investigadores del CINVESTAV en el proyecto financiado por el Conacyt y la Sener es el estudio de las zonas del mar profundo, donde actualmente el gobierno federal reparte pequeños polígonos a compañías petroleras extranjeras a raíz de la reforma energética, por lo que necesita conocer las condiciones ambientales de los lugares donde se empezará a llevar a cabo la explotación.
“Si te vas a la zona cercana de la costa puedes tener profundidades de cero a 500 metros, pero tras pasar una cordillera parecida a una línea de montañas, encontramos profundidades de mil 500 a tres mil 500 metros”, describió el investigador.
Una de las características que resalta Vidal Martínez es que en las zonas someras los peces pueden medir alrededor de 20 centímetros, mientras los peces de la zona profunda son microscópicos y pueden llegar a medir como máximo dos centímetros de largo.
“Imagínense estudiar en ese tipo de peces los contaminantes, pesticidas y otras sustancias. La química analítica está tan desarrollada que es capaz de encontrar hasta 170 compuestos en ese tipo de organismos, pero es muy costoso y se requieren varios proyectos de infraestructura para poder desarrollarla en el sureste”, apuntó.
El Laboratorio de Parasitología del CINVESTAV Mérida se encarga de analizar tres matrices principales como parte del CIGoM: agua, sedimentos y organismos. “No es la misma concentración de contaminantes la que encontraremos en un sedimento contaminado que la que van a adquirir los organismos, eso se llama biodisponibilidad. Puede que algunos sean poco eficientes para poder procesar sus contaminantes y terminan adquiriendo más. Todo eso es lo que tenemos que estudiar”, describió.
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