Pocos olvidan el alarmante derrame de petróleo en el Golfo de México que significó una catástrofe para miles de especies marinas, tomando por sorpresa tanto a Estados Unidos (el accidente sucedió del lado de ese país), como a México.
Ese suceso, ocurrido en 2010, marcó a investigadores de diversas instituciones, quienes se dieron a la tarea de unir sus conocimientos para desastres ambientales de esta naturaleza. Fue así que hace dos años, nació el Consorcio de Investigación del Golfo de México (CIGoM).
Su meta principal es lograr que México cuente con herramientas de observación, desarrollo biotecnológico y modelos numéricos que permitan establecer planes de contingencia. Al mismo tiempo, buscarán llevar a cabo actividades de mitigación en caso de ocurrir derrames de hidrocarburos a gran escala en el Golfo de México, así como generar información para evaluar su impacto ambiental.
Liliana Pardo López, investigadora del Instituto de Biotecnología de la UNAM, es una de las líderes institucionales de este importante proyecto; comenta que este Consorcio se formó para hacer estudios precisos en el Golfo.
Registro de especies y condiciones físicas
En la historia de la ciencia en México, se han realizado estudios en el Golfo de México pero de manera aislada. El Consorcio ha reunido alrededor de 200 científicos de todo el país para realizar investigaciones en la línea base de esta zona marina, lo que lo convierte en un trabajo multidisciplinario con un mismo propósito.
Lo que se busca es conocer exactamente lo que hay a nivel de bacterias, virus, hongos, zooplancton, mamíferos marinos, peces… todos los organismos que habitan el Golfo. Esa es la parte biológica. También está la parte física que se refiere a conocer las corrientes y la influencia de la atmósfera.
Cabe destacar, dice la doctora Pardo, que uno de los estudios que está llevando a cabo este consorcio, se enfoca a qué hacer en caso de una contingencia ambiental, es decir, cuando sucede un derrame petrolero, ya que en el Golfo de México hay emanaciones del energético de manera natural.
Las investigaciones se basan en líneas integrales en donde oceanógrafos, físicos, biólogos, químicos y especialistas de muchas otras disciplinas se encuentran trabajando de manera coordinada con el objetivo de conocer las riquezas del Golfo de México y qué hacer en una emergencia.
Atlas bacteriano
El grupo liderado por la doctora Pardo en el Instituto de Biotecnología de la UNAM, está elaborando un Atlas de la Diversidad Bacteriana utilizando técnicas de frontera como lo es la metagenómica, la cual no requiere del cultivo de bacterias (solo se puede cultivar entre 1 y 5 por ciento de las bacterias de nuestro planeta, bacteriana) dándonos una idea más precisa de las que habitan el Golfo de México.
“Nosotros realizamos campañas oceanográficas en barcos, recolectamos muestras de agua y sedimentos marinos de hasta 3 mil metros de profundidad. Una vez que regresamos al laboratorio, extraemos el material genético, es decir, el ADN y así podemos registrar los tipos de bacterias que viven ahí.”
Esto es importante, comenta la doctora Pardo, porque se sabe desde hace décadas que las bacterias pueden degradar el petróleo, lo cual ayudaría a conocer el comportamiento de algún derrame de crudo y la tasa de degradación de las bacterias para contender con la contaminación.
Este atlas, será un acervo importante para el país y con ello se sentarán las bases para conocer qué diversidad tenemos. Esto cobra trascendencia ahora que el Golfo será explorado por compañías extranjeras; los científicos mexicanos plantean que conociendo esa información, podrá medirse el impacto ambiental en una contingencia y al mismo tiempo se podrá controlar que la diversidad bacteriana regrese lo más íntegra posible a su estado basal.
Historia del Consorcio
Este equipo de trabajo multidisciplinario nació a partir de que la Secretaría de Energía del gobierno federal y el Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología (CONACyT), lanzaron una convocatoria para reunir a especialistas en el tema y de este modo fundar el Consorcio.
Y es que uno de los objetivos es generar y utilizar tecnologías de vanguardia para observar el océano de una forma continua y en algunos casos en tiempo real, que se puedan usar en el caso de un derrame y que junto con modelos numéricos permitan estimar su dispersión y posibles consecuencias.
A más de 2 años de trabajo, se han logrado diversos avances a nivel científico que se reportan en reuniones periódicas cada año.
En el CIGoM participan el Centro de Investigación Científica y de Educación Superior de Ensenada, Baja California (CICESE), como institución líder, el Centro de Investigación y de Estudios Avanzados Unidad Mérida, entre otros. Por la UNAM colaboran el Centro de Ciencias de la Atmósfera, el Instituto de Biotecnología, el Instituto de Ciencias del Mar y Limnología y el Instituto de Geofísica.
Tomado de: Ciencia UNAM
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