Como parte de los primeros resultados de los últimos cuatro años de trabajo del Consorcio de Investigación del Golfo de México (CIGoM), la biología —y en especial la parasitología— mexicana tuvo oportunidad de encontrar organismos parasitarios en el golfo de México a más de tres mil 600 metros de profundidad.

En entrevista para la Agencia Informativa Conacyt, Víctor Vidal Martínez, investigador adscrito al Centro de Investigación y de Estudios Avanzados (Cinvestav), unidad Mérida, describió que la caracterización realizada en el polígono de Perdido —localizado en las planicies abisales conocidas como el Cinturón Plegado Perdido (a la altura del estado de Tamaulipas)— representa la primera ocasión en México que se tiene oportunidad de encontrar parásitos —como cestodos (tenias), nematodos (lombrices parasitarias) y trematodos (duelas)— que completan sus ciclos de vida en una zona tan profunda de las llanuras abisales; pues todos estos parásitos requieren varios hospederos (o huéspedes) para completar su ciclo de vida.

“Eso quiere decir que tenemos comunidades, si no intactas, al menos sí en muy buen estado de salud. Eso es lo que nos dicen los parásitos en este momento. Si se completan sus ciclos de vida, es porque están todos los hospederos que se requieren, como caracoles copépodos abisales, tiburones abisales, pececitos que se comen los tiburones (…) Todos esos hospederos intermediarios y definitivos están conviviendo ahí”, resaltó.

Para el investigador, encontrar estos parásitos permite a los investigadores mexicanos comparar la parasitología de organismos acuáticos con la parasitología que hacen países del primer mundo, como Japón, Estados Unidos y Alemania.

“Por ejemplo, los alemanes en la vertiente dorsal del Atlántico son quienes han descrito los parásitos que hay en las profundidades y esos parásitos son muy parecidos a los que encontramos en el golfo. Gente de California en Santa Bárbara ha descrito los parásitos de aguas profundas, al igual que en Japón en las zonas profundas del Pacífico. Curiosamente, son parecidos los que hay en Japón, California y la dorsal del Atlántico a los que tenemos en el golfo de México”.

En las aguas profundas del golfo de México, viviendo en un medio sometido a altas presiones, los organismos parecen monstruos, con mandíbulas enormes de dientes filosos y cromatóforos (células con pigmentos que reflejan la luz). “El pez más grande que vi fue de alrededor de tres centímetros”, describió.

Caracterización del golfo de México

¿Qué organismos habitan desde la superficie hasta los fondos marinos del golfo de México? ¿En qué estado se encuentran? Hasta hace cuatro años, no existía un estudio que diera cuenta de ello desde una perspectiva integradora.

Como consecuencia, aún se desconoce con exactitud el impacto ecológico que dejó tras de sí la explosión ocurrida en la plataforma petrolera Deepwater Horizon en 2010, que liberó alrededor de cinco millones de barriles de crudo en la región.

Este desastre sentó las bases para la conformación del Consorcio de Investigación del Golfo de México, constituido por instituciones científicas y empresas tecnológicas de alto nivel, que en los últimos cuatro años ha realizado cuatro cruceros oceanográficos en la zona del cinturón Plegado Perdido, entre otros, para dar cuenta de los recursos con que se cuenta desde la superficie (alrededor de los 30 metros) hasta las zonas abisales (a más de tres mil 600 metros de profundidad).

Perdido, hallazgos sobresalientes en zonas abisales

Como resultado de la Reforma Energética de 2013, una serie de polígonos de las zonas profundas del golfo de México y la plataforma de Yucatán fueron designados como áreas para la extracción de hidrocarburos por parte de la iniciativa privada.

Uno de estos es el polígono de Perdido, en donde ya existen pozos localizados con presencia de hidrocarburos, e incluso uno de ellos —el pozo Trion— ya está siendo explotado, por lo que uno de los propósitos principales del Cigom ha sido establecer la línea base de los recursos que existen actualmente en esta región y que estarán expuestos cuando las nuevas actividades petroleras se lleven a cabo.

“En la zona de Perdido hemos sido muy afortunados porque muchas de las especies —tanto peces como parásitos— que encontramos en nuestras zonas abisales nunca habían sido descritas para México”, indicó.

Caracterización de un sistema

Para Vidal Martínez, caracterizar un ecosistema es análogo a tomar una fotografía del ambiente en un momento determinado. “Es muy complicado porque cada vez que vamos y hacemos un crucero oceanográfico, lo que tenemos es una fotografía del ambiente, en ese momento tomamos todos los parámetros de agua, de sedimentos, de organismos, pero es lo que están viviendo en ese momento los organismos, a lo largo del tiempo van variando”.

En las aguas profundas del océano, esta variabilidad no está asociada con las estaciones de la superficie —primavera, verano, otoño e invierno—, sino que está sometida a dinámicas que aún se están conociendo.

“Para poder describir esto, necesitamos varios cruceros en el tiempo, varios momentos en los cuales tomamos fotos para ir viendo si hay grandes diferencias en las variables que nosotros obtenemos”, apuntó.

De acuerdo con Vidal Martínez, se espera que estos cruceros den un panorama general de la variabilidad en los ecosistemas, tanto de la superficie como del fondo. Hasta el presente, el equipo multidisciplinario del CIGoM ha tenido un avance importante en la caracterización de los componentes de las regiones estudiadas, lo que constituirá la línea base y su variabilidad, y permitirá comparar los datos que se obtengan durante y después de la extracción petrolera para evaluar su impacto ecológico.

Trineo bentónico

Para obtener la muestra de organismos, se emplea un instrumento conocido como trineo bentónico, parecido a una portería de futbol montada sobre unos patines para esquiar. El trineo bentónico desciende a los fondos marinos por medio de un cable de alrededor de 10 kilómetros de largo. Ya que por cada metro que desciende son necesarios tres metros de cable, este permite recorrer hasta tres mil 600 metros de profundidad.

“Este es un cable que se utiliza para hacer los chalecos antibalas, una fibra superresistente que aguanta mucho más que el acero. Se baja, se arrastra en el fondo una milla náutica —mil 850 metros— y luego sube y trae los pececitos pegados en la red”, describió el investigador.

En el crucero oceanográfico, se cuenta con laboratorios instalados para realizar la disección de los organismos colectados, cuyos tejidos son tan frágiles que puede realizarse incluso sin bisturí. “Les apachurra uno entre dos placas de vidrio y salen los gusanos, así es como los colecta uno en fresco, luego se fijan para hacer identificaciones, ya sea de biología molecular o identificaciones morfológicas con fotografía en el laboratorio”.

El equipo de trabajo del Cinvestav se encarga de describir morfológicamente los parásitos encontrados, fotografiarlos, dibujarlos, medirlos y posteriormente extraerles el ADN. Para evitar el desperdicio de los peces, los dividen en tres partes.

“Una la dedicamos a identificación molecular del pez mediante CO1 (Cytochrome Oxidase 1) para obtener genes mitocondriales que nos sirven para identificarlos a nivel de especie, ya que es muy difícil, pues cuando los diseccionamos los deshacemos. Otro tercio lo guardamos en RNAlater, que es un fijador que nos permite ver qué genes se prenden o se apagan cuando están expuestos a ciertos contaminantes”, describió.

La última sección se almacena para estudiar posteriormente el tipo de contaminantes al que estuvieron expuestos (por ejemplo, hidrocarburos o metales). En una primera instancia, este procedimiento no estaba considerado en el proyecto porque se requieren aparatos altamente costosos (de alrededor de 10 millones de pesos), más el costo de materiales y sustancias necesarias para realizar el análisis.

“Estamos conservando esos pedacitos para que en el futuro, tal vez otro proyecto, podamos revisarlos y ver qué contaminantes tenían y qué genes tenían que se les encendieron en ese momento”.

Productos para la difusión de los resultados

De acuerdo con Vidal Martínez, los cruceros oceanográficos han arrojado como resultado que existe una diversidad de recursos naturales —corales blandos, moluscos, peces abisales, entre otros— a partir de los cuales ya se extraen productos naturales en otros países.

Los resultados que se obtengan en conjunto, como parte del proyecto, se presentarán como capítulos de libro en los que se mostrará una comparativa de la información obtenida en los cuatro cruceros de Perdido, con la finalidad de dar cuenta de la variabilidad de cada uno de los temas que se abordan como parte del proyecto.

“En este caso, tendríamos la variabilidad para productividad primaria, zooplancton, peces, parásitos, contaminantes, nutrientes. Vamos a tener todo eso y lo vamos a reportar como un formato preliminar de libro, es decir, el manuscrito de un libro que queremos publicar en español, para que la gente sepa qué es lo que hemos encontrado y tengamos un punto de partida a nivel nacional”.

Con esto, se pretende contar con una referencia tanto a nivel nacional como internacional sobre el estado del ecosistema del golfo de México. Asimismo, se espera generar un atlas sobre diferentes aspectos de la biología y la ecología tanto del polígono de Perdido como de la plataforma de Yucatán, con el propósito de ponerlo a disposición para los tomadores de decisiones y especialistas del área.

Tomado de: CONACYT/ PRENSA