En 2010, la explosión de la plataforma petrolera Deepwater Horizon, de British Petroleum (BP), causó el derrame marino más grande en la historia: 5 millones de barriles de crudo. No fue posible conocer entonces el impacto que tuvo en el Golfo de México porque no se tenía un monitoreo científico sobre ese mar.

Derivado de este problema, un grupo de científicos y personal de Pemex diseñaron el proyecto “Implementación de redes de observaciones oceanográficas (físicas, geoquímicas y ecológicas) para la generación de escenarios ante posibles contingencias relacionadas a la exploración y producción de hidrocarburos en aguas profundas del Golfo de México”.

A partir de entonces, instituciones de todo el país conformaron el Consorcio de Investigación del Golfo de México (CIGoM), con el objetivo de generar el conocimiento de este cuerpo de agua que sigue expuesto a la explotación petrolera.

El CIGoM fue fundado en 2015, como un consorcio de investigación científica y de servicios de consultoría. Se especializa en proyectos multidisciplinarios relacionados con posibles impactos ambientales de la industria del gas y el petróleo en los ecosistemas marinos del Golfo de México.

La iniciativa surgió debido a la falta de información para entender y actuar en caso de posibles derrames de hidrocarburos de gran escala en el Golfo de México.

Éste es uno de los más grandes proyectos científicos del país y quizá el más vital para la oceanografía de México, y es financiado a través del Fondo Sectorial Conacyt-Sener-Hidrocarburos.

Está conformado por el CICESE (institución líder), Cinvestav-Mérida, UABC, UNAM (ICML, Geofísica, IBT y CCA), Cidesi, INECC y Bajainnova.

Con una inversión de más de 1,500 millones de pesos, con ayuda del fondo sectorial, a inicios de 2020 se pretende tener: la línea base del gran ecosistema del Golfo de México.

El proyecto agrupa a más de 300 investigadores de diversas instituciones nacionales e internacionales dentro y fuera del Consorcio; tiene una duración de 5 años (de marzo de 2015 a marzo de 2020) y está organizado en cinco líneas de acción:

  • Plataformas de observación oceanográfica, que consta de un sistema de mediciones in situ y remotas del ambiente marino del Golfo de México.
  • Línea base y monitoreo ambiental, que tiene como objetivo establecer variables oceanográficas, biogeoquímicas, biológicas y ecológicas claves para evaluar impactos y diseñar estrategias de mitigación en casos de derrames en gran escala, en la zona de aguas profundas del Golfo de México.
  • Modelos numéricos de circulación y biogeoquímica, que consisten en integrar modelos numéricos con modelos biogeoquímicos y ecológicos dentro de un sistema para evaluar la evolución, el destino y los posibles efectos por derrames de hidrocarburos de gran escala.
  • Degradación natural de hidrocarburos para caracterizar la capacidad de respuesta natural del ecosistema ante derrames de gran escala.
  • Escenarios de derrames para evaluar las potenciales consecuencias de los diferentes escenarios de accidentes con petróleo.

Con una inversión de más de 1,500 millones de pesos, con ayuda del fondo sectorial, a inicios de 2020 se pretende tener: la línea base del gran ecosistema del Golfo de México; un sistema de monitoreo del océano y de la atmósfera a través de boyas, radares HF, gliders y percepción remota; un entendimiento profundo de las corrientes del Golfo de México y el comportamiento del petróleo en caso de derrames; un conocimiento actualizado permanentemente respecto a la degradación natural de los hidrocarburos del Golfo de México; y la capacidad de determinar escenarios de derrames y su potencial efecto sobre los ecosistemas.

“Actualmente, el proyecto se encuentra en la segunda etapa de ejecución, comprendida entre 2017 y 2019. Presenta un 63% de avance en esta etapa, y un 67% global”, dijo, en entrevista, el doctor Edward Peters, coordinador técnico del CIGoM.

Explicó que la segunda etapa concluirá en marzo de 2019, y ahora se están realizando las campañas oceanográficas necesarias para la obtención de datos y su posterior organización en bases de datos, mapas, modelos que contribuirán a crear la línea base ambiental.

“Se encuentra en su etapa de instalación, en el Golfo de México, la tercera generación de boyas oceanográficas completamente construidas por investigadores y estudiantes dentro del proyecto, y el portal web para visualizar los datos captados de forma remota. Ya se cuenta con una red de radares en el Golfo de México, con instrumentos instalados que cubren las costas de los estados de Yucatán, Campeche, Tabasco y Tamaulipas”, comentó Peters.

Finalmente, expuso que se avanza en una primera versión del Atlas Meteorológico del Golfo de México, y ya se cuenta con la batimetría de alta resolución y la sísmica somera de una importante porción de la zona de Perdido.

Tomado de: PROYECTO FSE